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Editorial
Aterrizaje forzoso por crisis de combustible
¿Habrá costos políticos por esta  improvisación? ¿Caerá el presidente de Ecopetrol?
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Martes, 27 de Agosto de 2024

Ya no es de tumbo en tumbo sino de ‘barrigazo’ que viene Colombia con el gobierno del presidente Gustavo Petro que acaba de conducir al país hacia una nunca antes registrada escasez de combustible para la aviación que lo desconecta del mundo y demuestra una grave e inaceptable falta de planeación.

Si con anticipación se conocieron los problemas en la refinería de Cartagena ¿por qué se no se tomaron las acciones de contingencia por parte de Ecopetrol y demás autoridades del sector para prevenir una emergencia de estas dimensiones que afecta la movilidad, la conectividad aérea, el comercio, el turismo, el bolsillo de los usuarios y la economía colombiana en general?

¿Habrá costos políticos por esta  improvisación? ¿Caerá el presidente de Ecopetrol? Estas preguntas ni siquiera implican oposición radical ni nada que se parezca, sino un reclamo válido de una ciudanía que ve cada vez más desgastado y debilitado el cambio pregonado por la Casa de Nariño.

Esta incapacidad gerencial gubernamental ha llevado a la cancelación de vuelos, el aplazamiento de otros y la suspensión de la venta de pasajes por el trauma generado en el servicio de transporte aéreo que entre enero y julio de este año ha movilizado 31.9 millones de pasajeros en rutas nacionales (18.8 millones)  e internacionales (13 millones), de acuerdo con datos de la Aeronáutica Civil.

Como si fuera poco, se advierte una falta de dimensionamiento en el mal manejo de una crisis de esta naturaleza, porque olvida el gobierno que por vía aérea el movimiento de carga y correo alcanzó las 534.856 toneladas en los primeros siete meses del año, hacia rutas locales e internacionales.

Es antitécnico, antijurídico, antieconómico y contrario a todas las normas de la administración pública lo hecho por los encargados de este sensible asunto que sabían con anticipación tanto del daño como de las consecuencias que acarrearía, y que ahora también desatará una ola alcista en los tiquetes aéreos.

Será tan grave lo sucedido que hasta la propia ministra de Transporte,  María Constanza García, tuvo que admitir que se vendrá una escalada de aumentos en los pasajes por efecto de la anunciada importación de combustible de avión para cubrir aproximadamente el 8% de la demanda total de un mercado atendido por siete aerolíneas nacionales y 38 extranjeras.

Toda la zozobra  desatada pone a pensar en los riesgos que puede conllevar una inestabilidad de esta naturaleza en el comercio exterior, puesto que el año pasado la carga despachada por vía aérea pesó 419.895 toneladas y en siete meses de 2024 ya se contabilizan 459.510 toneladas, sumando el correo.

La otra gran contradicción que surge en este episodio es que al sector turístico también le genera inconvenientes y desdibuja aquella estrategia gubernamental de vender a Colombia como el país de la belleza.

Todo esto le hace mucho daño a la imagen del país, debilita las alternativas de atraer la inversión extranjera y deja perplejos a los colombianos al notar que el Gobierno Nacional actúa cuando ya todo está en el punto de ebullición y debe salir a apagar los incendios para tratar de contener lo peor de la crisis.

 El presidente Gustavo Petro y su equipo de gobierno deben entender que la planeación es la mejor consejera y que los asuntos de Estado no se pueden dejar ni al azar ni al garete y sin protocolos o planes de acción para  atender las emergencias.  No hacerlo atrae costosas consecuencias.

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