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Editorial
Cúcuta, la ciudad de los huecos
El tiempo apremia. Las calles y avenidas principales tanto del centro de la capital de Norte de Santander, como de gran parte de otros sectores requieren ser intervenidas sin más demoras porque ¡ya no les cabe ni un hueco más!
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Lunes, 26 de Agosto de 2024

Aparte de soportar la inoperancia operativa de Tránsito Municipal que se manifiesta en los estresantes trancones, conducir vehículos por las calles repletas de huecos se convirtió en un ‘deporte extremo’.

Caer en uno de esos cráteres que hace sonar el carro como una caja de cubiertos, trae a la mente que en el Plan de Desarrollo se consignó la promesa de pavimentar cien kilómetros de la malla vial.

Sin embargo, no se ha pasado de las palabras a los hechos como muy bien lo recuerdan quienes deben maniobrar en este paisaje lunar cucuteño, porque todavía no arranca la prometida primera etapa de mejoramiento vial que cubriría 28 kilómetros.

Así como la administración municipal les exige a los cucuteños que paguen los impuestos, lo mínimo que se esperaría es que la plata de los tributos se invierta de manera preferente en necesidades tan urgentes como la de recuperar la deteriorada carpeta asfáltica en la ciudad.

El tiempo apremia. Las calles y avenidas principales tanto del centro de la capital de Norte de Santander, como de gran parte de otros sectores requieren ser intervenidas sin más demoras porque ¡ya no les cabe ni un hueco más!

Recordemos que el mal estado de la red vial urbana, la no reparación, la falta de mantenimiento y la escasez de vías, afectan los tiempos de movilidad y la calidad de vida de los ciudadanos.

Todos sabemos -y eso no nos lo tienen que repetir- que se trata de un problema no resuelto del pasado, pero lo único cierto es que los gobernantes tienen que asumir la responsabilidades y proceder a solucionar los males que encuentre.

La Opinión, en las publicaciones sobre los barrios ha encontrado que la queja principal se relaciona con el pésimo estado de las calles donde el asfalto no ha llegado desde hace años para evitar que vayan camino a convertirse en trochas.

Cúcuta, al igual que otras muchas ciudades capitales, tampoco cuenta con una política pública planeada, estructurada y consolidada en el campo de la infraestructura vial para ponerle fin a los paños de agua tibia a la improvisación o el total descuido.

Es que el hecho no es solo pavimentar sino contar con un consolidado programa para el mantenimiento, conservación, mejoramiento, sostenimiento y ampliación de la malla vial municipal, aspecto este último, que merece un capítulo aparte.

Ya los rumores de diciembre están a la vuelta de la esquina, razón por la cual la ciudad espera que el plan de pavimentación prometido comience pronto y, eso sí, con materiales de alta calidad, cero sobrecostos, que los trabajos sean garantizados y que el personal contratado para adelantar este proyecto sea de la región, con el propósito que también tenga un impacto favorable sobre el empleo y el ingreso.

Para realmente poder llegar a ser una ciudad competitiva, llamativa para los inversionistas y atractiva para el turismo y los negocios, se necesita superar diversos obstáculos, como el de tener una malla vial con altísimos niveles de deterioro en todas las columnas para de esta forma poder quitarse ese letrero que la señala como Cúcuta, ciudad de los huecos.

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