La reciente declaración del presidente Gustavo Petro, refiriéndose a las mujeres periodistas como “muñecas de la mafia”, no solo resulta desafortunada, sino profundamente preocupante por el sesgo misógino que refleja.
Como jefe de Estado, Petro tiene la responsabilidad de cuidar el tono y contenido de sus palabras, más aún cuando están dirigidas a un sector tan vulnerable y fundamental para la democracia como lo son los periodistas. En este caso, es aún más grave que estos ataques se centren en comunicadoras mujeres, perpetuando estereotipos y violencia de género, sin considerar que él mismo es padre de niñas.
El hecho de calificar a las periodistas como parte de “poderes oscuros” no solo desacredita su labor, sino que las pone en una situación de mayor riesgo en un país donde ya enfrentan amenazas constantes.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha sido clara al señalar que estas declaraciones no son inocuas. Al contrario, contribuyen a alimentar una atmósfera de odio y violencia, como se evidencia en los múltiples mensajes en redes sociales que han replicado el calificativo de “muñecas de la mafia”, creando una ola de acoso y amenazas hacia las comunicadoras.
La FLIP ha documentado 171 casos de agresiones contra periodistas mujeres entre 2023 y 2024, de los cuales 43 han sido amenazas directas. Además, se observa un preocupante aumento en el acoso digital que afecta, en su mayoría, a comunicadoras.
Estas cifras reflejan un entorno en el que el ejercicio del periodismo para las mujeres se ha vuelto más peligroso, en parte por la estigmatización proveniente de altos funcionarios del Estado.
La Corte Constitucional ya ha advertido sobre la necesidad de erradicar los estereotipos de género que impiden a las mujeres periodistas ejercer su oficio de manera plena y segura. Sin embargo, lejos de avanzar hacia la protección de sus de echos, el discurso del presidente Petro se ha convertido en un obstáculo, generando un ambiente hostil que obliga a muchas comunicadoras a alejarse de su labor o, en el peor de los casos, a enfrentarse a serias amenazas contra su vida e integridad.
Es inaceptable que desde la presidencia de la República se perpetúe esta clase de ataques. En lugar de utilizar su plataforma para descalificar a las periodistas, Petro debería concentrar sus esfuerzos en garantizar que todos los colombianos, incluidos aquellos que ejercen el periodismo, puedan gozar de sus derechos a la libertad de expresión y al ejercicio de su profesión sin temor a represalias.
La Opinión se suma al llamado de la FLIP para que el presidente Gustavo Petro cese de inmediato sus afirmaciones estigmatizantes contra las periodistas, recordando que, como el más alto representante del Estado, tiene la obligación de respetar y defender los derechos de todos los ciudadanos, sin distinción. No puede, ni debe, promover la misoginia desde el poder, especialmente en un país donde las agresiones contra las mujeres son un problema persistente y creciente.
Instamos, además, al Ministerio de Justicia y al Ministerio de Tecnologías de la Información a que avancen con urgencia en el desarrollo de una legislación que aborde y prevenga la violencia digital, con especial atención a los ataques contra las mujeres periodistas, quienes han sido víctimas de esta forma de violencia de manera desproporcionada.
La libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia. Y esa libertad no puede ser real si quienes la ejercen viven bajo el miedo, la amenaza y el acoso. Como sociedad, debemos rechazar de manera categórica cualquier intento de estigmatización o ataque a los periodistas, y en especial, a las mujeres que ejercen esta noble labor.
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