Después de 32 años, en Colombia se eligió a una mujer para manejar la Defensoría del Pueblo, que nació producto de la Constitución Política de 1991.

La finalidad del ente defensorial es la protección de los Derechos Humanos y las libertades de todas las personas frente a actos, amenazas o acciones ilegales, injustas, irrazonables, negligentes o arbitrarias de cualquier autoridad o de los particulares.

En su historia, ocho hombres han pasado por la dirección de esta institución que a partir de septiembre de este año será manejada por la abogada Iris Marín Ortiz.

Con un largo conflicto armado de más de medio siglo, muchas regiones como Norte de Santander y la frontera están expectantes por la llegada de la funcionaria a ese despacho, máxime cuando es especialista en asuntos relacionados con el Acuerdo de Paz con las desmovilizadas Farc, la justicia transicional y como defensora de los Derechos Humanos.

Precisamente para estas zonas en las que están el Cauca y Chocó, por ejemplo, así como el Catatumbo, la funcionaria envió un mensaje que las muestra como prioritarias dentro de su labor, al comprometerse a trabar por la prevención de la violencia y la protección de la población frente al conflicto armado generada por los grupos armados al margen de la ley las economías ilegales.

La herramienta esencial de la Defensoría proviene de las Alertas Tempranas que cuenta hasta con más de 5.000 recomendaciones. En ese campo podrían generarse algunos cambios porque según ella hay que priorizar e ir a lo estratégico.

En un país como el nuestro donde hay áreas donde la presencia del Estado es mínima o nula, resulta siendo un aliciente que la Defensoría indique que trabajará para los 50 millones de colombianos en los 32 departamentos y 1.103 municipios.

Para que no se olvide esa promesa sobre el nuevo desempeño de este despacho, es válido recordar lo dicho por la abogada Marín Ortiz: “una Defensoría que no debe estar al alcance de unas pocas personas y que debe estar en todos los municipios y en todas las regiones del país, trabajando por la gente desde sus comunidades”.

Como es lógico, y máxime viendo que en nuestra sociedad no cesan la violencia y la exclusión contra la mujer, es destacable que la lucha contra la discriminación y la violencia de género será un eje principal, no solo de la delegada, sino de toda la Defensoría del Pueblo.

Que esos componentes los logre habilitar y poner en marcha representará un verdadero alivio para el país, puesto que tanto el silencio definitivo de los fusiles, como el cese del hostigamiento a los civiles y la contención de los hechos que atentan contra la vida y honra de la mujer, ayudarán a aclimatar la convivencia pacífica entre los colombianos.

La llegada de una mujer a la Defensoría del Pueblo es de por sí un gran triunfo que se tiene que convertir en un hecho histórico que deje marca no solo por la elección sino por el ejercicio de sus funciones. Tiene, entonces, la defensora Iris Marín inmensos retos en la protección, defensa, promoción, divulgación y ejercicio de los Derechos Humanos, en perfecta coordinación e interacción con la ciudadanía. 

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