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Inolvidables maestros lasallistas
Hay  épocas que marcan y dejan huella en la vida de cada persona, trascendiendo a su familia.  Una de ellas es la del colegio, no solo por la formación integral que se recibe sino por los profesores, compañeros y amigos que allí se hacen, que lo serán para siempre. Pasarán los años y la época escolar nadie jamás olvida, pues quedó fundida en la mente y el corazón.
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Domingo, 14 de Septiembre de 2014
Hay  épocas que marcan y dejan huella en la vida de cada persona, trascendiendo a su familia.  Una de ellas es la del colegio, no solo por la formación integral que se recibe sino por los profesores, compañeros y amigos que allí se hacen, que lo serán para siempre.

Pasarán los años y la época escolar nadie jamás olvida, pues quedó fundida en la mente y el corazón.

Sin desconocer la indiscutible idoneidad pedagógica de los miembros de la comunidad de los hermanos cristianos y de los valiosos docentes que en sesenta años de vigencia institucional han participado en la educación de cientos de jóvenes nortesantandereanos en el colegio La Salle de Cúcuta, en los hermanos Rodulfo Eloy y Antonio Camilo personificamos la invaluable gestión de tan eximios maestros.

El primero, como rector visionario en dos épocas durante ocho años (1962 - 1966 y 1969-1971), proyectando la institución (iniciada como Liceo del Santísimo Niño) con acertado liderazgo hacia la educación de jóvenes, muchos de ellos hijos de antiguos alumnos corsajistas domiciliados en sectores diferentes al centro y occidente de la ciudad, quienes disponían del  tradicional y ponderado colegio del Sagrado Corazón de Jesús fundado en abril de 1903 y que con el bicentenario Provincial de Pamplona y la escuela, fundada en 1954 contigua a La Salle, fundamentaron la actividad educativa de la comunidad religiosa en el departamento, de tan arraigada vinculación a nuestra sociedad.

De manera simultánea, el Hermano Rodulfo realizó una valiosa actividad investigativa en literatura y gramática, difundida en importantes publicaciones pedagógicas y tiene su nombre ilustre un colegio público ubicado en el barrio Belisario de la ciudadela de Juan Atalaya.

El segundo, es el prototipo del infatigable e inteligente educador que realiza su vocación de servicio a la juventud con ejemplar apostolado, responsabilidad y compromiso.

Determinante en la educación de todos los que egresamos del colegio en las décadas de los 60`s y 70`s fue el Hermano Antonio Camilo, como titular de 6º bachillerato (grado 11 hoy).   La vida escolar se divide en dos épocas: antes y después de ser su alumno.

Magnífico docente, justo y exigente como ninguno; de disciplina férrea, metódico, austero,  estricto y culto; de bajo perfil y hombre prudente de pocas palabras, nos enseñó valores con su ejemplo diario y a razonar para la vida en sus clases de química, biología, francés y filosofía.

No existe ningún discípulo lasallista del Hermano Antonio Camilo que no lo recuerde con especial gratitud y afecto.  Dejó su impronta en nuestra juventud para toda la vida.  

La comunidad lasallista está en mora de erigirles un busto a los Hermanos Rodulfo Eloy y Antonio Camilo que inmortalicen sus vidas y honren su memoria.  El solo anuncio  del merecido homenaje, sería motivo para reencontrarnos en el colegio los antiguos bachilleres y renovar nuestra hermandad.  Gratitud obliga con tan inolvidables y valiosos maestros lasallistas.  

Adenda: Recordamos con emoción y afecto a los compañeros que nos antecedieron en el viaje final: Omar Figueredo, Carlos McCormick, Guillermo Sanjuán, José Marciales y Carlos Casanova. Paz en sus tumbas.
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