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Colombia
El majestuoso cóndor de los Andes que un hotel intenta conservar, en Caldas
Procolombia ha elegido este destino, en los Andes Occidentales, como uno de los lugares obligados de visitar y lo viene promocionado a través de la iniciativa ‘Colombia, el país de la belleza’.
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Lucy Araque
Lucy Araque
Domingo, 8 de Septiembre de 2024

Enclavado en lo alto de una montaña, en medio de dos ríos y custodiado por dos nevados que se resisten a desaparecer, el Santa Isabel y el Ruiz, se encuentra ‘El nido del cóndor’, un hotel ecológico que además de convertirse en un destino turístico para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad, ha emprendido una cruzada por lograr que el ave insignia de Colombia no desaparezca: el cóndor de los Andes.

Para llegar hasta allí se deben recorrer 17 kilómetros entre el municipio de Villamaría (Caldas), a tan solo 10 minutos de Manizales, y la vereda Papayal. Y aunque no tiene vía de acceso vehicular, por la misma razón que se encuentra ubicado sobre una meseta, uno de los primeros atractivos que presenta es el cable aéreo que traslada a los turistas desde la carretera hacia la finca, lo cual  marca el inicio de la experiencia.

Esta particularidad fue la que, curiosamente, nunca permitió imaginar que allí podría alzarse un imponente lugar de descanso que venía con un regalo incluido: el nido de una pareja de cóndores que llegó a la zona hace 25 años, luego de un proceso de “reintroducción”  desde los zoológicos de San Diego (California) y de Cali.


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El artífice de convertirlo en lo que es hoy es Jaime Botero Medina, un arquitecto, especialista en restauración de bienes de interés cultural, con 44 años de experiencia y muchos proyectos en su haber, quien llegó allí por casualidad.

“Esto era de un campesino que todos los días sacaba su leche hasta la carretera y estaba vendiendo el terreno, pero nunca tuvo ofertas, porque como no tenía acceso vehicular, sino peatonal o caballar, no era atractivo. Decidí comprar y empezar a proyectarlo con toda mi familia, pero la verdad nunca habíamos pensado ni como familia, ni arquitecto, montar un hotel y menos tener una finca, pero las cosas se fueron dando. Hoy, como digo, esto nos lo tenían guardado”, cuenta.

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Botero dice que luego de comprarlo, por su experiencia en los lugares en los que estuvo trabajando y el conocimiento que tiene del país, supo que una de las fortalezas de la finca era su belleza y su majestuosidad, teniendo en cuenta la proyección que tiene Colombia en materia turística.

“Mejor dicho, era un sitio donde podíamos hacer un proyecto de vida, pero lo teníamos que volver sustentable”, recuerda Botero, quien además decidió vincular a las comunidades de la zona, como sus grandes aliados.

El cóndor, un regalo para conservar

Sebastián Valencia Castrillón, guía del hotel y experto en observación de aves, señala que antes de que Jaime Botero adquiriera el predio, los campesinos de la zona comentaban que posiblemente allí o en la montaña de en frente podía haber un nido de cóndor, pero todo era incierto. 


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Por eso, una de las primeras cosas que hizo el arquitecto fue pedirle a un amigo suyo que hiciera una exploración del sitio, para analizar el potencial en aves, flora, caminos y salidas, y fue esa persona la que descubrió que justo en la pared de la meseta se escondía el regalo que se ha convertido en el principal atractivo del hotel: el refugio de la majestuosa ave que es símbolo para los colombianos, pero que hoy está en peligro de extinción.

Pedro Pablo Castillo, propietario de la finca Buenos Aires, ubicada a unos cuantos metros del nido del cóndor, fue quien corroboró que este se encontraba activo.

Los distinguidos inquilinos son Calima y Pipintá, unos cóndores andinos que sobrevivieron a la mano del hombre y que se dejan ver  imponentes por el gran cañón en medio del cual se ubica el hotel ecológico, deleitando y maravillando a los turistas.

Según cuenta Sebastián Valencia, hace varios años esta pareja tuvo tres crías que se formaron con éxito. Dos de ellas emigraron y se cree que están en el Páramo de Letras (Tolima) y en el Parque Nacional Los Nevados. Sin embargo, la tercera se cayó del nido y por cuenta de sus fracturas murió. Desde entonces, la pareja no se ha vuelto a reproducir.

Aunque antiguamente la vereda Papayal era un hábitat de este tipo de aves, terminó desapareciendo de allí por los mitos y las historias que se tejían, falsamente, a su alrededor.

Los campesinos decían que el cóndor, al tener garras y un pico tan afilado, se comía a los niños de los humanos, entonces, los mataban. Por eso en esta área nunca más se volvió a ver el cóndor, hasta que hace 25 años se da la reintroducción”, explica Valencia.


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Al descubrir el tesoro que tenía en sus manos, Jaime Botero Medina, el nuevo propietario de la finca, decidió contratar a un grupo de biólogos, con el fin de que empezaran a hacer un monitoreo del ave y llevar el seguimiento de sus rutinas, para de esta forma ayudar con su conservación.

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“Cada vez que observamos el cóndor miramos en qué dirección va, si está el macho y la hembra, si están con hambre, si están llenos, porque eso también se puede observar. Con ese monitoreo se creó un documento base que es el que nosotros los guías alimentamos todos los días y la información después se puede usar para hacer cálculos estadísticos”, explica el guía.

Valencia precisa que con ese trabajo lo que se intenta desde ‘El nido del cóndor’ es generar conciencia y “sentimientos de conservación”.

Riqueza natural única

Quienes eligen visitar este punto de la geografía nacional, no solo se sorprenderán con el vuelo, a unos pocos metros, del ave insignia nacional, sino que también podrán deleitarse con las maravillas de la riqueza natural que caracteriza a Colombia.

Sobre esta montaña se esconde, además, un bosque de niebla nativo, por lo menos 224 especies de aves y otro tanto más de mamíferos como pumas, ocelotes, tigrillos, tairas, zorro plateado, entre otros. Eso, sin contar la variedad de flora que hace único el lugar.

“El turismo después de la pandemia se volcó hacia la naturaleza y eso nos ha dado una oportunidad de mostrar este proyecto al turismo nacional e internacional”, cuenta Jaime Botero, quien agrega que “Colombia es un secreto escondido y tenemos que tener conocimiento de lo que tenemos para poder conservarlo”.

Es esta particularidad, pero sobre todo la majestuosidad, belleza y magia que esconde, lo que llevó a Procolombia a incluir este destino como uno de los lugares de los Andes Occidentales obligados de visitar y que viene promocionado a través de la iniciativa ‘Colombia, el país de la belleza’ y ‘El Despertar de los Sentidos’.

*Fotos: cortesía Rafael Botero, Hotel ‘El nido del cóndor’ y Procolombia


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