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Ahora con los elenos
En la década siguiente el pavor no amainó, pues sucedieron muchas cosas propias de la situación que vivíamos y llegaron los grupos paramilitares que aportaron su granito de arena.
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Lunes, 4 de Abril de 2016

Con el reciente anuncio del Gobierno en el sentido que iniciará conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (Eln), vienen a mi memoria recuerdos de épocas turbulentas, allá en Convención, puerta de entrada al Catatumbo.

En los albores de la década de los setenta, del siglo XX, cuando todo el mundo estaba entretenido con noticias que venían de la Costa colombiana, relacionadas con la famosa bonanza marimbera, el Catatumbo iba siendo tomado paulatinamente por este grupo insurgente que se acercaba a la década de su surgimiento, con personas ilustradas, eso sí, como los curas Camilo Torres y el español Manuel Pérez, representantes de la Teología de la Liberación, “una corriente nacida en el seno de la Iglesia católica en Latinoamérica con fuerte acento en acercarse a los pobres”, como lo recordaron varios medios de comunicación a raíz del inicio o anuncio del inicio de estos diálogos.

En el sector comercial de Convención, barrios La Primavera y La Cadena -donde está la bifurcación que nos conduce a la Costa y Cúcuta-, donde mi padre tenía su actividad comercial, se corrían runrunes y noticias vagas sobre el trabajo (político) que gente extraña hacía en la región, en las fincas, hasta que el 31 de enero de 1979 el Eln se tomó el  poblado en horas de la noche, con ataques a Telecom y la Caja Agraria, confirmando lo que todo el mundo temía y los convencionistas quedamos notificados personalmente de quién sería el nuevo actor y “acompañante” en la otrora comunidad tranquila y, de sobremesa, tendríamos que aprender a ser prudentes, discretos y desconfiados al escoger nuestras amistades o interlocutores ocasionales, porque nada volvería a ser igual y desde ese momento ya no sabríamos quién es quién.

Al día siguiente, temprano en la mañana, vimos con terror una figura que dejaron pintada los asaltantes en las fachadas de las casas, aparecieron los organismos de inteligencia del Estado buscando sospechosos y pegando carteles donde supimos que Manuel Pérez y Nicolás Rodríguez Bautista eran los jefes de la organización. Ese mismo día, 01 de febrero de 1979, empezó el desplazamiento en Convención, pues algunas familias conocidas liaron bártulos y se trasladaron a la capital de la República para nunca más volver.

En la década siguiente el pavor no amainó, pues sucedieron muchas cosas propias de la situación que vivíamos y llegaron los grupos paramilitares que aportaron su granito de arena. Así las cosas, vimos cómo muchos paisanos y/o amigos se incorporaron a las filas de la insurgencia -y de su contraparte- para nunca más volverlos a ver.

En fin, escribo estos dislates para pintar la situación de violencia que vivimos al norte de  la provincia de Ocaña en esa época, y esperamos que los nuevos diálogos con el Eln lleguen a un destino seguro, exitoso y sin incurrir en los errores de los de La Habana.

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