Nos recibieron con el afecto con que siempre reciben en esa casa al que llega. Con abrazos, piquito en la mejilla, bienvenidos, los estábamos esperando, sigan, sigan, están en su casa.
La casa que digo es la Udes (Universidad de Santander), campus Cúcuta, y asistíamos a la presentación del último libro de Jaime Restrepo Cuartas, libro que lleva un título poético, hermoso, lleno de ensoñación y de nostalgia.
Carmen Elisa, elegante y despachando sonrisas, iba y venía, de lado a lado, comprobando que todo estuviera en su sitio, que todo saliera a la perfección, que los asistentes nos sintiéramos como en nuestra propia salsa.
No era para menos. Ella, Carmen Elisa Araque, Carmencita le dicen sus allegados, es la rectora del mencionado claustro universitario en Cúcuta, y el autor del libro es el rector general de la Udes.
Cuando yo llegué, Carmencita (¡!) me hizo seguir al auditorio Rafael Serrano Sarmiento, que ya comenzaba a llenarse. Mesas y sillas, vestidas de blanco, esperaban a los invitados; en la pantalla, imágenes de la Universidad y de la carátula del libro; en el ambiente, música suave, tan suave como la sonrisa de las niñas que repartían vino; al frente, en la tarima, el micrófono y unos muebles de sala todavía sin ocupantes. Y a la derecha, contra la pared y las cortinas, como intentando esconderse, una tabla de quesos, gigante y sabrosa, según se veía.
Por el otro lado derramaba amabilidad María Esther Soto, la directora de Bienestar institucional, que no se sentaba un solo instante, pendiente de todos los detalles. El acto lo merecía.
De pronto sonó la fanfarria que indicaba la presencia del autor del libro. En efecto, allí apareció Jaime Restrepo Cuartas, médico, exministro de Estado, educador, docente universitario, rector general de la Udes, y escritor. Un tipo con algunos años encima, pero joven. Sencillo, sonriente, sin solemnidad. Entró saludando de mano, con agilidad de muchacho, y sin ínfulas ni siquiera en el vestir. Lo acompañaban sus amigos Luis Fernando Macías y Yaneth Posada, quienes hicieron la presentación del escritor y de su obra, y además lo entrevistaron sobre el contenido del libro. Así supimos que es una novela de amor, en los tiempos modernos. Nos fue llevando de la mano por las páginas del libro, y de pronto se detuvo: “Y no les cuento más porque entonces no me compran el libro”. Nos dio pesar y preocupación. Pesar por no haber podido saber en qué paraba la cosa. Y preocupación porque nos tocaba meternos la mano al dril. Algún coplero paisa, que por allí andaba, le puso el toque de antioqueñidad a la tarde.
Después vino el brindis, que estuvo a cargo del maestro Cicerón, quien ponderó las virtudes del libro, le echó flores al autor y nos hizo levantar la copa para brindar por el éxito de ambos, libro y autor. Lo malo es que algunos, sedientos, ya habían consumido el vino. Y luego, mientras algunos iban a comprar el libro y a hacerlo firmar del autor, otros nos dirigimos a la tabla de quesos.
Anochecía en el campus universitario, cuando empezamos a salir, felices del vino y del queso y, sobre todo, del libro. Conocer a Jaime Restrepo Cuartas, escritor fabuloso, y saborear las atenciones de las anfitrionas Carmen Elisa y María Esther, harán inolvidable esa tarde de abril.