De un tinto en el despacho del ministro de Educación Aurelio Caicedo y su secretario Fabio Vásquez Botero, surgió en 1956 la idea del Bolívar Desnudo de Pereira. De su instalación se celebraron el 30 de agosto los sesenta años junto con los 160 de la fundación de la ciudad. Arenas, residente en México, andaba desatrasándose de nostalgias en Colombia. Al ritual del tinto lo acompañó su amigo de siempre Otto Morales Benítez.
“Una voz varonil”, la de Vásquez Botero, le dijo de pronto a Arenas: hable con el alcalde de Pereira que necesitan una obra monumental para celebrar el centenario. El escéptico Arenas fue, vio, habló y firmó un contrato con la administración municipal “por dos o tres mil pesos”, recordaba. El polémico Bolívar, considerado por el propio escultor su mejor do de pecho, era un hecho.
La primera maqueta de ese Bolívar se la robó - fue el verbo que utilizó- Belisario Betancur, quien la devolvió finalmente convertido en ladrón honrado como el de la custodia de Badillo.
En mi condición de desteñido vocal de la Fundación Arenas Betancourt, por coqueto nombramiento de María Elena Quintero, esposa del artista, le escribí a BB “exigiéndole” que devolviera la maqueta a la familia. Jamás me respondió y la dejó en las manos de Adela y Olympo hijos de Don Otto Morales.
El cumpleaños sesenta del Bolívar incluyó el anuncio de un diplomado sobre el escultor en la Universidad Tecnológica, UTP, el lanzamiento de un libro y el proyecto de que el Museo Arenas se quede en el alma mater de la “trasnochadora, querendona y morena”, dicho sea con el poema de Luis Carlos González, anfitrión alguna vez en su casa del gaucho Atahualpa Yupanqui. En Antioquia las autoridades han prometido el oro y el moro en relación con el legado de Arenas. Al final todo ha quedado en puro blablablá.
De su obra cumbre a la que se opuso hasta el gato decía Arenas: “Me llenó plenamente porque pude expresar una visión del mundo ya muy mía en ese tiempo. Quizás, es el momento en que logro una madurez conmigo mismo. Pude hacerlo, digamos, como se me antojó. El Bolívar de Pereira simboliza la libertad: por la libertad de creación, por la libertad de formas. Es la absoluta libertad.”
El legado ha sido mimado por la familia del escultor en su casona del municipio de La Estrella, al sur de Medellín. En especial por su esposa, la poeta María Elena a quien Arenas flechó perdidamente “con su mirada bíblica y su figura rasputiniana”.