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Bomba en el gallinero
Así, como una bomba en gallinero le cayó a don Juanpa y a sus áulicos la última encuesta de Invamer.
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Lunes, 6 de Julio de 2015

Así, como una bomba en gallinero le cayó a don Juanpa y a sus áulicos la última encuesta de Invamer. Incapaces de desprestigiarla porque fuera dudosa su fuente, o acomodadas sus preguntas, o faltas de idoneidad para mostrar lo que muestran, diseñaron entre todos una estrategia de respuesta.

Lo primero que se les ocurrió fue acudir al orador del régimen para que demostrara que los equivocados somos los colombianos y no su desprestigiado gobierno.

Sea dicho, como al paso, que cada época tiene el orador que se merece: la antigua Grecia, a Demóstenes; la República Romana, a Cicerón; la Revolución Francesa, a Mirabeau; la Libertad de América, a Simón Bolívar; el Partido Liberal a Gaitán y Alberto Lleras; el Conservador a Fernando Londoño Londoño y a Gilberto Alzate; y Juanpa tiene a De La calle.

Pues apareció el orador del régimen con un reportaje para desmentir al pueblo en su conocimiento intuitivo de la realidad. (Algún día explicaremos el valor de la intuición como fuente de conocimiento, sobre todo a partir de Schopenhauer. Tranquilos: lo explicaremos despacito)

Pues De La Calle no convenció a nadie, por mucho que se contrataron todos los medios para que reprodujeran la libretiada entrevista. El pueblo sigue creyendo que la inseguridad volvió a ser su gran problema, que Juanpa no pasa del 28% de favorabilidad, ni siquiera después de gastarle billones a la promoción de su imagen, que las Farc siguen siendo tan detestables como Nicolás Maduro y que el proceso de paz no sirve para nada, que no terminará en nada bueno y que los bandidos no deben ir al Congreso, sino a la cárcel.

Se agotó, pues, el recurso dialéctico y oratorio para tapar la encuesta que cayó como bomba en el gallinero. Algo había que hacer.

No era posible que la gente siguiera pensando lo que pensaba, así se lo confirmara el hambre de Tumaco, la selva destruida, los policías muertos, el petróleo en ruinas, la economía en crisis.

Y se acudió al menos noble y más peligroso de los recursos. Porque le dieron la orden a la doctora Gina Parody de atacar ferozmente a quien fue su amigo, su mentor, su aliado, su jefe y por quien ella existe en el panorama nacional, Álvaro Uribe Vélez.

Y la buena de Gina cumplió la orden, alegando que desde siempre se supo la alianza del Gobierno Uribe con mafiosos y paramilitares, que salen siendo la misma cosa.

Olvidó Gina que ella fue la única parlamentaria elegida en el 2.002 con la influencia total de su detestado objetivo; que elegida Representante, fue  convencida y pertinaz socia de Uribe desde la Comisión Primera; que no tuvo el Gobierno paladín más resuelto en defensa de la gigantesca obra legislativa de ese Congreso, que la Representante Parody; y que nunca, en tan largo período de cuatro años, dijo una palabra sobre los vínculos del Presidente con la mafia y los paramilitares.

Ahora, no estaría de sobra preguntarle: quién es amigo de los mafiosos: el que los extradita o el que impide su extradición; el que bombardea sus campamentos o el que prohíbe los bombardeos; el que fumiga sus cultivos de coca y los reduce de ciento sesenta a cuarenta mil hectáreas, o el que los deja subir de cuarenta mil a ciento veinte mil; el que les quita los bienes o el que acaba la extinción de dominio. Son pregunticas para ella y para todo el gallinero al que le explotó la encuesta de Invamer.

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