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La OCDE aumenta su previsión de crecimiento para nuestra economía este año y el entrante.
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Lunes, 3 de Junio de 2019

Como es usual en nuestra Colombia ciclotímica una buena noticia es para muchos indicio de engaño o por lo menos razón de desconfianza. Y si son tres buenas noticias, pues el desvirole es total. 

Primero, las dos principales calificadoras de riesgo nos mantuvieron el grado de inversión, incluso una de ellas mejoró la perspectiva económica del país. 

Ello quiere decir que nos mantenemos en el mundo de las bajas tasas de interés, a pesar de la poca competencia interna entre los bancos, y en el de la atracción a la inversión doméstica y global. 

Nuestro comportamiento en materia de inflación es bastante bueno y sus perspectivas, dada la flotación de la tasa de cambio, de estabilidad. 

Ese grado de confianza de los mercados en Colombia es relativamente nuevo, una generación, y ya alcanzaría para justificar y continuar nuestro avance dramático de las últimas décadas en todos los aspectos sociales y económicos. 

Segundo, la OCDE aumenta su previsión de crecimiento para nuestra economía este año y el entrante. 

Lo hizo con muy pocos de sus miembros, creo que dos más. Eso quiere decir que entre los pertenecientes al club de países con buenas prácticas de gobierno económico tenemos prestigio y que los datos de nuestras macro y microeconomía son alentadores. 

En buena hora el empeño del gobierno Santos permitió nuestro acceso a ese club, propuesto por Rodrigo Botero en los años de López Michelsen y desempolvado por Oscar Iván Zuluaga sin éxito. 

El gobierno Duque ha hecho bien en cuidar ese frente, mantenerlo y hasta hacer el gesto de visita presidencial. 

Tercero, el IMD de Suiza que mide la competitividad de 63 países, reporta un salto de 6 casillas de Colombia, el más notorio entre los medidos, hasta el puesto 52 solo superado en latinoamérica por Chile, que retrocedió, y México. 

Estamos por encima de Brasil, Argentina y Perú. Y lo que más me entusiasma es que las principales razones de la mejoría provienen del buen comportamiento y de la confianza empresariales que como sabemos no se construyen en un día ni en unos meses. 

Y el IMD habla bien de nuestra institucionalidad: para no creerlo si uno se atiene a las redes sociales. 

Dice ese instituto que hemos mejorado en equidad pero que falta; que tenemos en el 2018 las tasas y el número de homicidios más bajos de las últimas dos generaciones pero que debemos seguir bajando; que la lucha contra la pobreza es nuestro logro mayor, pero que hay que continuarla; que está bien que se bajen las tasas de impuestos pero que la informalidad y la evasión siguen siendo las enemigas de un estado próspero y más eficaz; que hemos mejorado la educación pero que nuestra gente, inteligente y creativa, merece mejoras mucho más aceleradas. 

Qué mejores mensajes para enterrar el pesimismo y nuestra incapacidad para disfrutar lo que hemos hecho bien por años. Es un mensaje de ánimo para mantener el rumbo, continuar lo bueno, proponer políticas públicas aún mejores y cultivar la esperanza de la nación. Todo esto implica deponer odios, desactivar las fábricas de miedo, filtrar las seudonoticias y despolitizar gran parte de la vida cotidiana de los colombianos. 

Razón tuvo el Gerente del Banco de la República al llamar la atención sobre el potencial daño de la estridencia política que se oye desde el liderazgo público. El doctor Echavarría recordó que las peleas políticas dañan la economía y que los políticos sin una buena economía no tienen razones para gobernar. Hay que pasarse al debate de las grandes reformas, de las que arrancan jirones de piel a quienes las logran, pero que escriben la historia con cicatrices como ha pasado en años recientes en materia de paz. Y pelear por la Colombia próspera de mañana donde los protagonistas de hoy ya no estarán pero sí sus hijos y sus nietos. 

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