Para la fecha en que falleció don Carlos Francisco Corredor Pereira - tal era su gracia completa -, me encontraba ausente de la ciudad, y la representación de la Academia de Historia en las honras fúnebres estuvo a cargo de los académicos Luis Fernando Niño López, su vicepresidente; y Hunter Douglas Serrano Correa, su secretario. Las remembranzas llegaron en tropel a mi memoria cuando supe la noticia infausta. Soy consciente de que por varias razones no puedo obviar referirme a la figura del compañero académico que traspasó la línea del horizonte.
Lo conocí en marzo de 2019, cuando en la sede principal de la Academia de Historia de Norte de Santander - AHNS - se llevó a cabo la elección de la junta directiva para el periodo abril 02 de 2019 - abril 02 de 2021, en la que ambos ingresamos, él como vocal, y yo como secretario. El día de la posesión de la junta directiva en el Museo Casa Natal del General Santander nos saludamos, y yo, respetuosamente, le decía “Don Carlos” o “Doctor Carlos”. Al cabo rato me aisló de la multitud y me sugirió que simplemente le dijera “Carlos”, y que lo que necesitara para el desempeño de mis funciones en la AHNS se lo comunicara. Al fin y al cabo estábamos juntos en la dirección de una empresa. Así las cosas, en esta época de virtualidad nunca nos falló con la tecnología para nuestras transmisiones, con la logística en la presencialidad ocasional y con financiamiento para la publicación de la Gaceta Histórica.
Era muy jovial, nunca miró por encima del hombro a nadie y era de esas personas que entre más encumbradas académica e intelectualmente, más sencillas son con quienes no tienen su misma condición. Si tenemos en cuenta sus títulos académicos, obtenidos en prestigiosas universidades americanas y puestos al servicio de su país en no menos prestantes instituciones universitarias nacionales, como la Universidad del Valle, la Javeriana y la Simón Bolívar, a la que llegó en 2012 y fue trasladado a Cúcuta, como vicerrector, en 2017, podemos afirmar que pasará mucho tiempo para que a la ciudad llegue otro ejemplar de similares características académicas y dé todo de sí con tanta generosidad y hombría de bien.
Alguna vez los directivos de la AHNS organizaron un recital poético, donde participamos varios de sus miembros, y, recuerdo, que cuando le correspondió el turno a Carlos Corredor nos sorprendió con un poema muy afín con su formación profesional, muy bien estructurado y fue generosamente ovacionado. Pensé solicitárselo para publicarlo en la Gaceta Histórica, pero la procrastinación muchas veces se apodera de nosotros y más tarde nos arrepentimos. No sé si los organizadores del evento cultural lo tengan, o su propia familia lo conserve y permita su publicación. Hoy me meso los cabellos por mi descuido.
Don Carlos Corredor pasó por la ciudad y en cinco años dejó una estela de realizaciones que lo inmortalizarán: una universidad con nivel académico alto, un cúmulo de profesionales en varias áreas del saber que lo recordarán y estarán orgullosos de haber sido estudiantes de la UniSimón bajo su égida, amigos por doquier que lo recordaremos como una persona afable y generosa, y en las páginas de La Opinión, con su columna semanal, quedan consignadas sus cavilaciones científicas y sus inquietudes educativas, entre otros temas. Don Carlos falleció el pasado 11 de abril, a sus 85 años.