Señor presidente, ha llegado usted a Cúcuta la ciudad de la esperanza, donde pese a las múltiples dificultades, una clase trabajadora y pujante se levanta con la fe intacta para sostener con tesón y ahínco una economía local golpeada por el desastre antrópico del vecino país. Las adversidades repentinas por las que atravesamos, podrían habernos hecho desfallecer hace rato, pero esta raza bravía de capacidad resiliente, ha sabido sobreponerse y dar, en medio de la crisis, estabilidad económica a nuestra región.

Cúcuta avanza, no se detiene, no se amilana y sobretodo no retrocede. Lo fácil hubiese sido salir corriendo, pero un puñado de hombres y mujeres hemos decidido permanecer en este terruño cálido y acogedor que Dios nos regaló y por el cual estamos dispuestos a luchar todos los días. 

La zona de frontera requiere de una inversión diferencial, para sacar adelante programas de desarrollo económico y social, los cuales no podrán ser puestos en marcha sin garantizar un mínimo de condiciones a Cúcuta y su área metropolitana para su implementación. 

En el diagnostico efectuado a nuestro Plan de Ordenamiento Territorial, se tiene que la relación demográfica con el uso del suelo, es inversamente proporcional, pues el 97 % de la población vive en la zona urbana que corresponde en territorio a un 3 % y el 3 % de la población vive en la zona rural que corresponde a un 97 % del territorio.

Esta proporción a la inversa nos lleva a concluir que el futuro del desarrollo está en la zona rural, mediante la implementación de procesos agroindustriales que le apuesten a la sustitución gradual de cultivos improductivos resultado de una agricultura extractiva, debiendo migrar  a verdaderos procesos de encadenamiento productivo que permitan agregar valor en sitio y mejorar las condiciones de comercialización como garante de la sostenibilidad.

Un adecuado y planificado modelo de industrialización, basado en políticas económicas sólidas que promuevan un incremento de la inversión privada, aumentarán las oportunidades de empleo y fomentarán las actividades de las pequeñas y medianas empresas, contribuyendo así a mejorar la distribución del ingreso y el nivel de vida de los habitantes de la zona de frontera.

Estoy convencido que mediante agrupación de capital público y privado podremos crear empresas productivas en la región, como mecanismo que impida que las ventajas comparativas de otros lugares desvíen la atención de inversión en nuestra zona.

Tenemos todo para salir de la crisis, solo necesitamos voluntad política para cristalizar estas iniciativas. Cúcuta será la primera línea de aprovisionamiento de Venezuela, cuando inicie su proceso de reconstrucción y debemos estar preparados para ello. Bienvenido a Cúcuta la ciudad de la esperanza.