En una ciudad convulsionada como la nuestra, la cual afronta una alta tasa de desempleo; índices de inseguridad disparados; la asimilación del desplazamiento de venezolanos a nuestro país; la movilidad entre otros, parece un contrasentido que se desestabilice la comunidad educativa de varias instituciones, incluida la del Colegio Sagrado Corazón de Jesús de la Salle, el colegio de mayor tradición e historia de la ciudad.
El Sagrado Corazón de Jesús, tiene la fortuna de contar dentro de sus egresados con importantes nortesantadereanos de todos los sectores públicos y privados, destacándose el ilustre presidente de la República, doctor Virgilio Barco, en el año 1936. Un colegio como este es patrimonio de los nortesantadereanos, pues hace parte de la historia del departamento.
Proceder al cambio de sede a brochazo limpio para cumplir con una normativa, es un acto de indolencia con una comunidad educativa y con cada uno de los que tenemos una historia ligada con la construcción colectiva de esta institución. Todo lasallista está signado por la estrella de cinco puntas, donde cada una de ella significa un valor inexpugnable de nuestra formación, como lo son la Fe, la Justicia, el Servicio, la Fraternidad y el Compromiso.
El legado histórico del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, está en cada uno de los hombres y mujeres de bien, formados para permear positivamente nuestra sociedad y, no por sus títulos o galardones. Por donde quiera que va un CORSAJISTA, va un hombre o una mujer de férreos principios cristianos y eso es más valioso para una sociedad que todo el oro y la plata.
Pero la historia se vive y se siente en el lugar que se generó y no puede ser trasladada pues pierde su esencia. Belén pequeña aldea de Israel, no puede ser llevada a Nueva York por razones de espacio o comodidad; el puente de Boyacá no lo podemos poner en Chía para que lo vea más gente, pues la historia está ligada al lugar. Nuestra promoción del año 1986, trabajó con ahínco en la construcción del actual coliseo; no lo disfrutamos, pero lo dejamos como legado a las futuras generaciones y así cada promoción o generación sembró en ese lugar sueños y esperanzas.
Hoy una posición facilista, determina trasladar sueños, ilusiones y esperanzas a otro lugar; pongan el letrero en un lugar con otra historia, en la historia del INEM. Borre esa historia y póngale la del Sagrado y agradezcan que les damos más espacio. No es tan sencillo. Quisiera saber qué pensarían los cucuteños, si mañana el orden nacional dice que por desburocratizar el Estado, Bucaramanga se vuelve nuestra capital y Cúcuta un municipio más, fundiéndonos en un solo departamento.
Hemos perdido tanto, que hoy es indignante ver cómo pretenden acabar con lo poco de identidad que queda en la ciudad. No estoy de acuerdo con el traslado del colegio.