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¡Compañerito…Compañerito!
Retazos
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Jueves, 5 de Septiembre de 2024

Mis encuentros con el ingeniero Álvaro Salgar Villamizar antes de la pandemia eran relativamente frecuentes, de pronto llegó el COVID que distanció a los amigos y enfrió las amistades. Nos identificaban circunstancias y sentimientos comunes y paradójicamente lo que más nos unía eran las diferencias conceptuales sobre temas públicos.

Tertuliábamos en la cafetería del frente de su oficina de la clínica San José a pocos metros de la mía ubicada en la torre del edificio “Domus Center”. Mediaban sentimientos comunes como las querencias con Lourdes nuestra patria chica, esencial para nosotros los llamados “millenials” y la amistad heredada de nuestros viejos; Don Carlos Salgar poseedor de la más inmensa vocación de servicio con la gente que he conocido y Don Marcos Melo mi padre, uno de los comerciantes del pueblo que daba crédito a los campesinos y se pagaba con sus cosechas y además depositario de sus saldos, pues no existía en el pueblo la caja de Crédito Agrario.

Nos unía generacionalmente la rebeldía juvenil del 68 y las jornadas de París con todas las liberaciones, que Álvaro manejó siempre con criterio javeriano y militante del MRL de Alfonso Antonio López Michelsen, quien al grito de Compañeros de la Revolución aquí en Cúcuta capitaneaba Virgilio Barco Vargas y él transformó desde entonces en ¡“compañeritos, compañeritos” ¡

Criterio Javeriano muy distinto al de sus hermanos Edgar y Alfonso y el mío estudiantes de medicina y Derecho en Manizales en la Universidad de Caldas que nos impuso otra marca, muy tradicional pero muy libre pensadora.  

Y es que la marca javeriana es per se; católica, umbilicalmente ligada a la Santa Sede y a la Compañía de Jesús de Íñigo de Loyola, tan militarista, que profesa libertad de docencia, de investigación, pero dentro del pluralismo ideológico que tiene cabida en sus claustros, sin salirse de los valores que proclama el evangelio. 

La proclama de Álvaro para ser gobernador fue jesuítica: “Ganaremos las elecciones para realizar con el respaldo de todos, una administración ejemplar, honesta, independiente y eficiente, que nos permita avanzar en forma franca y categórica por los senderos que llevan al desarrollo, la paz, y el mayor bienestar posible”. A fe mía que con ella la logró.

En medio de ese barullo de cosas llegó a la Gobernación de N de S en octubre de 1991 con la bendición de Virgilio Barco con 55.000 votos. Los godos arriscamos a 32.000 y Álvaro sectariamente nos excluyó de la burocracia que tanto nos encanta. Quienes estaban por fuera del evangelio; ¡de malas!

Luego nos unió temporalmente un tema luego de mi paso por la AGR y los programas de Audit Canadá, se nos convirtió en paranoia: el Control Interno. En los encuentros referidos con Álvaro, no soltábamos el tema consagrado en la Constitución de 1991, junto a esa figura complementaria y envenenenada que fueron las APP (Alianzas público/privadas) que introdujeron a propósito para estimular la corrupción.

Los miedos y los sustos nos transformaron en unos “compañeritos” y conspiradores ocultos. Yo cerré ni oficina de Domus Center y no volví a ver a Álvaro, pasando a la clandestinidad sin olvidar las famosas cinco reglas que el gringo recomienda a todo conspirador.

Adenda: Para ser un buen conspirador siga estas reglas de Jhon Grisham:

1. La verdad siempre es difícil de descubrir en medio de la manipulación y la desinformación.

2. Las apariencias siempre engañan. Sea desconfiado. 

3. Confíe en su propio instinto y en su discernimiento.

4. En toda conspiración debes dar importancia a la lealtad y a la amistad. 

5. No todo es como parece; hay que cuestionar, cuestionar y cuestionar.


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