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Conflictos geopolíticos y posibles soluciones locales
Fue como estar en hermandad con todas las Iglesias.
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Sábado, 12 de Marzo de 2022

En la entrega de febrero de Scientific American se discuten las responsabilidades éticas y morales de los científicos, tomando como caso de estudio el proyecto Manhattan, a partir del cual se perfeccionó la bomba atómica, que posteriormente habría de borrar de la faz de la tierra a Hiroshima y Nagasaki. Después de la primera explosión experimental de una bomba atómica en Nuevo México, el director del laboratorio Los Álamos recitó una línea del Bhagavad Gita: “Ahora me he convertido en la muerte. El destructor de mundos.”

Al lado del director, Robert Oppenheimer, trabajaba otro físico, el polaco Joseph Rotblat, de quien muy pocos han oído hablar, a pesar de que en 1995 obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Rotblat creía que la bomba atómica era para parar la Alemania nazi, lo cual justificaba su trabajo. Pero en 1994, en una comida con el general Leslie Groves Jr., director del proyecto, éste dijo que el objetivo era someter a la Unión Soviética. Esto claramente le produjo un conflicto ético atroz a Rotblat quien abandonó el proyecto unos pocos meses después y dedicó el resto de su vida a trabajar por la no proliferación de armas nucleares.

El artículo me produjo una intensa reflexión porque presenta dos aspectos que son generalmente desconocidos. El primero, que ya desde 1994, el objetivo norteamericano no era terminar la guerra con el Japón, que ya estaba enviando señales de querer rendirse. El objetivo era la lucha frontal contra el comunismo y la Unión Soviética que lo personificaba.  La segunda, el dilema moral que tienen los científicos cuando trabajan en investigación básica cuya aplicación resulta en destrucción y muerte, cuando se usa para mal o en beneficio para la humanidad, como el uso pacífico de la energía atómica. Pero, cuando vemos a Putin amenazando al mundo entero con su poder nuclear, desarrollado bastante después que los norteamericanos, no se puede hablar de conciencia moral o ética del dictador.  El solo tiene propósitos hegemónicos.

No añadiré a los ríos de tinta que han corrido tratando de explicar lo que para Putin es la reconquista de un territorio legítimamente suyo, pero que para los ucranianos ha sido su propia patria con su misma cultura y sus avances tecnológicos gigantescos, como el avión Antonov, el más grande del mundo destruido por destruir por los bárbaros rusos. Pero quiero contrastar todo lo que de perverso tiene el ser humano, con lo que podría ser la convivencia pacífica si los humanos quisiéramos.

Nuestro gobernador, Silvano Serrano Guerrero, es un creyente ferviente en el poder del diálogo. La semana pasada convocó a dos actos que para mí fueron muy significativos y motivantes. La noche del miércoles dos, lanzó la Jornada de Oración por la Paz y la No Violencia y al día siguiente, la Caminata Contra la Violencia. 

La Jornada de Oración fue un acto inédito, posiblemente el primero de estos encuentros en nuestra polarizada Colombia, que aún ahora padece el odio visceral e incomprensible entre conservadores y liberales y los múltiples partidos que han surgido de ellos, así como la intolerancia que llevó hasta la muerte a pastores y sus congregaciones y la quema de iglesias que no fueran las católicas. 

Por eso, fue impactante oír una pastora comenzar el evento encomendando al Dios de cada uno, seguida por un obispo católico, un padre de la Iglesia católica anglicana, pastores de Iglesias de diferentes denominaciones, un mullah que recita en árabe parte de una sura del Corán y finalmente, un sacerdote del rito oriental.  Todo dentro del mayor respeto por el otro y por su creencia. Quizás nadie se dio cuenta que se invocaba al mismo Dios judeo-cristiano, porque todos de alguna manera se refieren a Él.  Es el mismo desde diferentes comunidades.  Y es el único reconocido como el Dios de la misericordia y la paz. ¡Qué sensación tan maravillosa! Fue como estar en hermandad con todas las Iglesias. Una experiencia verdaderamente ecuménica en nuestro Norte de Santander.

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