Para estos días, cuando muchas personas o familias apenas empiezan a encender motores para arrancar el año, es buena la lectura de un libro como Crónicas sueltas 3, que me obsequió mi buen amigo el licenciado Carlos Eduardo Orduz, donde, como en los anteriores, sigue exprimiendo su memoria para entregar a sus lectores una gran recopilación de datos de la ciudad, y la mayoría de ellos, sino todos, le constan.
De la mano de don Carlos Eduardo el lector va conociendo apuntes sobre la fundación o servicios de muchas entidades, como la Fundación Barco, pero también trae ejemplos de superación, de modelo a seguir por los jóvenes, como la vida formativa y de profesional exitoso del médico Mario Gabriel Torres Calixto, es decir, en una crónica breve el autor resume la vida y obra de su biografiado, cuando desde el tradicional barrio La Cabrera, donde residía en 1957, el futuro médico atravesaba la ciudad para llegar al colegio Salesiano, en el barrio Popular.
Entonces, dice el autor, “sólo estaba en uso la avenida primera y había mucho lote lleno de maleza y había que dar rodeos alrededor del futuro colegio La Salle”.
Otros datos me llaman poderosamente la atención: primero, el atentado al poeta riodorense Eligio Álvarez Niño -esposo de la recién fallecida Laura Villalobos de Álvarez-, del cual salió con vida pero severamente limitado en su locomoción; segundo, cuando el autor hace la relación de los deportistas cucuteños exitosos acierta en el listado: los futbolistas Daniel Antolínez y Rolando Serrano, Fabiola Zuluaga y Jossimar Calvo.
Desde luego que no es una lista taxativa sino enunciativa, por ello podríamos agregar a una jovencita de 13 años que internacionalmente le ha dado gloria al Departamento como tenista: María Camila Osorio Serrano -’Mariaca’-, nieta del mundialista Rolando Serrano; tercero, cuenta el autor que cuando se empezó a ventilar la idea de fundar la hoy Universidad de Pamplona, en Ocaña, el 29 de septiembre de 1951, la Sociedad de Mejoras y el director del Seminario propusieron que allá fuese fundada la Universidad Andina.
Hay algo que la mayoría de la gente susurra y hoy lo devela Orduz en el capítulo denominado Pasado y presente, cuando afirma que antes “La mayoría sabía cumplir sus deberes, actualmente todo el mundo exige solo derechos”. Principalmente los jóvenes, agrego yo.
Paulatinamente, y con un gran esfuerzo económico, don Carlos Eduardo Orduz va dejando a la ciudad apuntes y reminiscencias apropiadas para una monografía completa del valle de Cúcuta, y la administración municipal, la Cámara de Comercio y la empresa privada deberían apoyarlo para obtener una obra estructurada orgánicamente, completa y de consulta.
