La ciudad tiene problemas estructurales que se visibilizan dadas las coyunturas y el ciclo económico. Esa realidad social de desempleo, informalidad y pobreza hacen parte de un círculo vicioso que se repite e incide en ese imaginario de “crisis” que genera una especie de pesimismo y queja acomodadiza; lo anterior es la expresión de un crudo panorama donde se mezcla la percepción desesperanzadora y los indicadores “objetivos”, que no deben ser una realidad inmodificable, sino un reto para trasformar el estado de cosas.
Hace poco salieron los datos de pobreza monetaria del año 2015, que muestran una insignificante disminución con respecto al 2014, que puede entenderse, que no hubo cambios en la ciudad, pasó del 33,1% al 32,9%, la pobreza persiste, y peor aún la pobreza monetaria extrema aumentó pasando de 5,7% en el 2014 al 6,9% en el 2015 (1,2 pp). Sumado a lo anterior la tasa de desempleo en el último trimestre móvil del Dane ubicó a Cúcuta AM en el segundo lugar con un 15,3%, más la repetida y conocida tasa de informalidad del 70% como expresión de la mala calidad del empleo, y por ende de carencias de oportunidades sociales que se convierten en límites para el desarrollo social.
Por el lado de la percepción para el año 2015, los datos no son los más optimistas, según el Cúcuta Como Vamos, aumentó el número de personas que se consideran a sí mismas como pobres, pasando del 25% en el año 2014 al 30% en el 2015, y cuando se les pregunta por qué se consideran pobres, no tener empleo encabeza la respuesta con un 50%; es lógico pensar que este panorama es coherente con la crisis económica y social que vive la frontera, pero además se refleja en el optimismo, satisfacción y orgullo por la ciudad, es así que para cada una de las anteriores disminuyó la percepción positiva sobre ellas.
Mientras que a nivel nacional la pobreza y pobreza extrema han disminuido, en la ciudad no ha ocurrido lo mismo, y un elemento clave para encarar esta situación es la generación de empleo, y sobre todo de calidad; pues no es suficiente la política efectista de corto plazo de los programas del gobierno, es necesario el desarrollo – así parezca un perogrullo- de fortalecimiento del aparato productivo, integrado a la política educativa y la articulación de esfuerzos interinstitucionales en el nivel meta, macro, meso y micro que se traduzcan en desarrollo. Es alentador mirar los pronunciamientos del Gobernador, la participación de la alcaldía y el compromiso de los gremios en apostarle a la productividad, la competitividad, y la lucha contra la informalidad, lo cual es importante en la actual elaboración de los planes de desarrollo.
Además de lo anterior es necesario tener en cuenta la generación de confianza con la ciudadanía, la lucha contra la corrupción y el manejo no solo eficiente, sino transparente de los recursos como un aspecto crucial para el cumplimiento de las tareas titánicas de la ciudad. El camino para enfrentar la pobreza es la generación de empleo, educación incluyente y pertinente, y el trabajo mancomunado de las instituciones públicas y privadas, y una sociedad más activa, sin olvidar el escenario del pos-acuerdo donde Cúcuta será crucial para la construcción de paz o lo contrario para profundizar las injusticias.