Las ciudades inteligentes o Smart City, son aquellas que han encontrado en la tecnología y la innovación la posibilidad de adecuar su infraestructura, para disminuir el consumo energético y reducir las emisiones de CO2. Debemos en consecuencia partir de la premisa clara que las excesivas emisiones de dióxido de carbono (CO2) están causando el cambio climático, constituyéndose en una de las amenazas ambientales más importantes a las que se enfrenta el planeta en los próximos años. Lo digo en estos términos, porque para algunos el cambio climático, no es una amenaza.
Las Smart cities o ciudades inteligentes, no son un lujo, mas bien una necesidad de la humanidad para garantizar la sostenibilidad ambiental. La sostenibilidad se logra con un cúmulo sistemático de pequeñas decisiones, tales como utilizar paneles fotovoltaicos en las comunidades, movilidad eléctrica, uso de energias alternativas, paneles solares para semáforos, promoción y desarrollo de usos alternativos de movilidad, etc.
Un informe de la OCDE, en la que Colombia se estrena, manifiesta “La humanidad ha sido testigo de un crecimiento y prosperidad sin precedentes en las últimas décadas, con el tamaño de la economía mundial más que triplicado y la población aumentando en más de 3 mil millones de personas desde 1970.
Sin embargo, este crecimiento ha estado acompañado por la contaminación ambiental y el agotamiento de los recursos naturales. El modelo de crecimiento actual y la mala gestión de los activos naturales podrían en última instancia socavar el desarrollo humano”. Sí al 2050 no se toman medidas drásticas, el crecimiento económico y demográfico tendrá un impacto ambiental y social sin precedentes.
Cúcuta ha dado un buen paso en este aspecto, gracias a la decisión de la actual administración de modernizar todo el parque lumínico de la ciudad, algo que se logró en un tiempo record de 8 meses, mucho antes de lo pactado contractualmente. Hoy las cerca de 50.000 luminarias tanto urbanas como rurales ya se encuentran usando la tecnología LED.
En materia de alumbrado público algunos estudios manifiestan que una lámpara de sodio de alta presión de 150W, equivale lumínicamente a una lampara LED de 56W generando un ahorro de consumo de energía cercano al 60%, pero lo más importante es que anualmente, en un parque lumínico como el de Cúcuta, cercano a las 50.000 lámparas, dejaremos de producir 19.500 toneladas anuales de C02 aproximadamente, reduciéndolas a 6.500 toneladas, una gran contribución a la sostenibilidad ambiental y por ende a la humanidad.
Nos falta mucho, pero con conciencia ambiental y una decidida política de modernización, podremos sistemáticamente cambiar la infraestructura de la ciudad, haciéndola más amigable con el ambiente, logrando con ello el cometido de hacer de Cúcuta una ciudad inteligente.