Durante los días 27 y 28 de septiembre se realizó, en la ciudad de Bogotá, específicamente en el Cubo de Colsubsidio, la décima Cumbre de Líderes por la Educación (CLE) que registró una asistencia masiva de todos los rincones del país y del orden internacional. Allí discutimos diversos temas de actualidad frente a los desafíos de la educación en América Latina y el Caribe.
Encontramos que, cada uno de nuestros países afronta realidades sociales y políticas similares, y compartimos desde el ámbito cultural, económico y tecnológico, tanto avances como dificultades. También se dieron conclusiones en torno a las inmensas oportunidades que tenemos en el territorio para avanzar en vías de desarrollo y progreso para nuestros ciudadanos.
En primer lugar, se debe intervenir la inversión en la primera infancia; allí radica, lo que en los países del primer mundo es conocido como “la potencia del hombre del futuro, las bases iniciales que construyen significativamente la educación a largo plazo”.
Pero para ello, llegamos a una conclusión colectiva y relevante, que es el cierre de brechas en el aprendizaje: no pueden existir diferencias en los modelos pedagógicos de formación, y menos, de acceso a la escuela.
La síntesis a la que llegamos, de acuerdo con los participantes de la CLE, consistió en señalar que “la educación es la oportunidad que hace todo posible”, porque desde allí derrotamos las adicciones, la violencia los estados demenciales de corrupción, y construimos la formación de ciudadanos comprometidos con sus naciones y con pensamientos integrados como latinoamericanos.
Un factor elemental es la innovación docente: profesores que rompen el molde, que se salen de lo convencional y se entregan a diario con pedagogías que perduren en el tiempo; sin embargo, para esto, debemos generar debate y conversaciones nuevas en la escuela.
Además, también se busca acabar con los viejos paradigmas del cerebro vacío, y otros que dan una luz al conocimiento, y entender para qué y con qué se puede aplicar lo que estamos aprendiendo y reconociendo en los otros, y en la sociedad.
En el segundo día compartimos experiencias de los profesionales que estamos formando en los claustros de Educación Superior, y concluimos que debemos ser más inclusivos; entendiendo por inclusión el reconocimiento de saberes previos. Atender con seriedad que cada uno de los miembros de la comunidad educativa trae consigo sus saberes y cualificaciones, y tan solo se deben reforzar las adaptaciones de los siglos venideros.
Entonces encontramos que se hace inminente unir las capacidades y voces de la educación técnica y rural, pues sigue siendo muy profunda la distancia entre graduarse en las grandes ciudades y regresar al campo, así como lo es ser del campo y aprender en las grandes ciudades; la mayoría de las veces la desconexión es total. La educación para la diversidad sigue siendo un asunto pendiente.
Finalmente, no podíamos dejar atrás la conversación sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) en las escuelas, no como un enemigo de los sistemas pedagógicos, sino como una herramienta con la que, de una u otra forma, debemos aprender a convivir.
Como docentes, debemos dialogar constantemente con el futuro desde la Básica Primaria, la Educación Superior y la Educación Técnica con el fin de analizar con rigurosidad si estamos causando realmente un impacto en el empleo, en la formación de empresas, la creatividad y la innovación. Estas sinergias deben aportar a la calidad educativa, el mejoramiento de los programas que ofrecemos y, ante todo, forjar mejores ciudadanos, mejores seres humanos.
Respecto a las dudas y preguntas desde el ámbito político que tuvieron algunos asistentes en la CLE, como gran conclusión, ningún político está hablando seriamente de educación, solo sigue instrumentalizándose.
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