Aún en medio de la adversidad todos debemos entender que la vida continua y de manera resiliente sobreponernos a las adversidades cotidianas, sembrando la cuota de esperanza que tanto requerimos. Las cifras de muerte nos impactan día a día, pero olvidamos revisar las de nacimientos que son una alegría en medio de la crisis.
Cada niño que nace en medio de esta pandemia, es la esperanza viva de que mañana estaremos mejor. Los jóvenes siguen contrayendo matrimonio con la ilusión de formar un hogar, llenando de alegría a las familias que ven cómo aunque algunos lloran, ellos pueden tener gozo en medio de la tragedia que cruza la humanidad. Las familias pasan de la tristeza de la pérdida de un ser querido a la alegría de un nuevo nacimiento o una nueva unión marital. Debemos quitar la mirada de lo malo y cambiar nuestra programación mental para concentrarnos no sólo en la muerte, sino también en la vida.
La vida es acción, crecimiento, retos y sobre todo responsabilidad, para ello cada ciudadano puede hacer la diferencia si se convierte en el guía o vigía de su familia, no sólo dedicado a conseguir cómo sustentarla económicamente, sino también cómo la sustenta espiritual y moralmente. De cómo abordemos la situación dependerá la sanidad mental de nuestros hijos y familiares. Si sembramos desolación, miedo y desilusión, el trasegar fortuito por el que atravesamos será muy tortuoso, pero si logramos sobreponernos y entender el rol protagónico que tenemos como pronosticadores del bien, nos catapultará como los gestores de la transformación social.
Dicen que en los tiempos de crisis se producen las mejores ideas, en consecuencia el escenario está abierto para que con creatividad e ingenio logremos adaptarnos a la nueva realidad social y empecemos a construir de manera responsable el futuro deseado. Cúcuta ha tenido que sobreponerse a muchas circunstancias difíciles en el pasado y lo ha logrado con éxito, ésta no será la excepción, sino la oportunidad para sacar a flote el talante y la talla de raza bravía que nos caracteriza.
Se avecina una nueva apertura con responsabilidad y de nosotros depende que la misma se pueda mantener en el tiempo, hasta recobrar la normalidad, pero no podemos bajar la guardia en materia de autocuidado y cumplimiento de medidas de bioseguridad. La victoria frente a esta pandemia se logrará si entendemos que todos tenemos una responsabilidad individual en este caso.
Parece que el panorama no es el más agradable, pero la verdad es que en medio de la dificultad crece la esperanza, nuevos matrimonios, nuevas familias, hijos y nietos ensanchando nuestras generaciones, que nos hacen creer que pronto las cosas van a cambiar. Por ello no podemos quedarnos viendo lo oscuro o lo difícil de la situación, sino extrayendo lo que nos permita florecer aún en tiempos de crisis. Por esa razón, debo citar el viejo adagio: “de la nube más oscura, sale el agua más cristalina”.