Al leer la columna de Juan Fernando Cristo en La Opinión del pasado domingo, “Ni escuchan ni entienden” recordé un libro publicado en 2016 por Jason Brennan con el provocador nombre Against Democracy (Contra la Democracia) en el que propone la Epistocracia como alternativa a la Democracia.
La tesis de Brennan es que la democracia solamente tiene un valor instrumental y por consiguiente puede ser sustituida por sistemas que tengan menos defectos. El más grave de todos los defectos de la democracia es que muchas decisiones que afectan el bienestar económico y el orden de la sociedad, así como los mismos gobiernos democráticos se eligen por individuos que no entienden por qué están votando cuando lo hacen.
Como ejemplo de esta afirmación tenemos el plebiscito de 2016 en Colombia sobre el acuerdo de paz y la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) del mismo año. En nuestro caso, como bien señaló Cristo, “El Gobierno… en su estado de negación sobre el acuerdo de paz, pretende gobernar a Colombia como si el acuerdo no existiera….se quedaron en una victoria del NO sobre el acuerdo de paz…”
Pero a Cristo le faltó decir que en ese plebiscito solamente participó el 37.4% de la población con derecho a voto y que la diferencia entre el SÍ y el NO fue de apenas 53.894 votos, ya que el SÍ recibió 6.377.482 y el NO 6.431.376. Esto quiere decir que el 0,4% de los votantes decidieron por el resto de nosotros y hasta hoy creen que ganaron un mandato en contra del acuerdo en las urnas.
Y los más de seis millones que votaron SÍ, ¿simplemente no existen? Lo mismo pasó en Inglaterra con el Brexit, con la diferencia de que allí votó el 70% de la población y la diferencia fue de 3.78% del total de votantes.
Años después vemos en ambos casos políticos que se aferran con fe religiosa al “mandato” del resultado y no aceptan que casi la misma cantidad de votantes votó en sentido contrario.
Volviendo a Brennan, propone que la población que tiene derecho a votar se puede dividir en tres categorías: 1) Los “hobbits” que reciben la mayor parte de su información de las redes sociales y su conocimiento político se limita a dichas redes. Generalmente difunden noticias sin analizarlas, pero personalmente no votan en las elecciones y no contribuyen a tomar decisiones colectivas. 2) Los “hooligans”, que podríamos traducir como “barras bravas”, que tienen conocimiento político obtenido también de las redes sociales, pero es sesgado de acuerdo con sus convicciones y aceptan sólo la información que refuerza sus propias ideas y creencias e ignoran todo otro tipo de datos. La mayoría defiende sus ideas con fervor religioso y no admiten ninguna posibilidad de que el otro pueda tener razón. No hacen un análisis real sobre los fenómenos políticos puesto que creen que su visión es la única correcta. Continúan creyendo que obtuvieron un mandato para destruir una negociación, como en nuestro caso, o la economía de una nación, como en el caso del Brexit. 3) Finalmente, existen los “vulcanos” que son personas bien educadas, capaces de estudiar las diferentes posibles interpretaciones de los fenómenos sociales, con capacidad de discernimiento desapasionado y capaces de interpretar las condiciones reales, de oír diferentes argumentos y de escoger entre diferentes opciones, buscando siempre la que pueda ser más efectiva para resolver uno o varios problemas específicos que afectan a la nación como un todo.
Nótese que hay personas muy ilustradas que se comportan como “hooligans”, como aquellos economistas que aplican ciegamente las teorías económicas sin importarles las consecuencias sociales. Ejemplo más cercano: el caso de Chile, con unas cifras económicas envidiables, pero con un rezago completo en la satisfacción de las necesidades básicas de la población.
Brennan propone que la democracia no es justa, porque promueve la desigualdad. Este es el caso colombiano. En su lugar, propone la Epistocracia que es el sistema de gobierno en el que el voto de las personas mejor ilustradas y más capaces de análisis tienen más peso ponderado que los demás. A diferencia de Platón, no pretende la exclusión de un sector de la población en la toma de decisiones, sino que privilegia el voto informado.
En este momento, cuando las grandes decisiones se toman, como en el caso de Donald Trump sobre la base de post-verdades, no se trata de adoptar la Epistocracia, sino de leer a Brennan y reflexionar sobre sus análisis y propuestas.