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¿Destronando a Hamilton?
Destronar al principal ideólogo de la Unión Americana del billete de los diez dólares no pasa de ser una herejía histórica.
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Martes, 7 de Julio de 2015

Circula en los Estados Unidos la tesis de que hay que destronar a Alexander Hamilton del billete de 10 dólares, para sustituirlo por el rostro de alguna mujer que haya tenido relevancia en la vida política o financiera.

Con toda razón, los conocedores de la historia económica de los Estados Unidos, comenzando por el anterior presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, han puesto el grito en el cielo.

Destronar al principal ideólogo de la unidad monetaria de la Unión Americana del billete de los diez dólares no pasa de ser una herejía histórica.

Cercano colaborador de Washington durante la guerra de independencia, constituyente de Filadelfia, creador del sistema de la deuda pública nacional, al abogar por la consolidación de la deuda pública adquirida por las trece colonias en cabeza del gobierno central, personaje clave en el proceso de ratificación de la constitución por parte de las excolonias, ideólogo del federalismo desde la primera hora, cuando comprendió y explicó con brío inigualable cómo los Estados Unidos no serían un país viable si seguían por los rumbos débiles que le había trazado la confederación original, primer secretario del tesoro de los Estados Unidos, Alexander Hamilton es quizás el personaje principal y más descollante de la historia financiera de los Estados Unidos, durante aquellos cruciales años de formación de la Unión.

Fue también quien explicó con lucidez, en dos célebres informes al Congreso, siendo secretario del Tesoro, la importancia que tenía el proteccionismo aduanero como instrumento del desarrollo económico en la naciente República.

Hamilton se jugó a fondo para sostener que la deuda que cada una de las colonias había adquirido individualmente para financiar la guerra de independencia debía consolidarse en cabeza de la autoridad central.

El más fiero opositor de esta idea fue Jefferson, que representaba los intereses de los estados sureños, encabezados por Virginia.

Cuenta la historia que en una caminata de ambos personajes en un frío invierno por las calles de New York, saliendo de un consejo de ministros del presidente Washington, llegaron a uno de los acuerdos más notables de la historia de los Estados Unidos.

Jefferson aceptó que la deuda habría de consolidarse en cabeza del gobierno Federal. En contraprestación, Hamilton se plegó a que la capital de la Unión se construiría en las riveras de Potomac.

La estatua suya al frente del actual Ministerio del Tesoro y al lado de la Casa Blanca testimonia la irrefutable importancia que Hamilton tuvo y sigue teniendo en la formación del pensamiento financiero de la Unión Americana.

De allí que la iniciativa de sacarlo del billete de diez dólares haya sonado como una inaceptable bofetada histórica a quien se considera el padre del federalismo financiero de la Unión.

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