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Educación y movilidad social
Actualmente los colombianos de provincia dependemos de la voluntad del gobierno central, del presidente y de sus ministros.
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Viernes, 12 de Octubre de 2018

Este es el tema del II Foro Internacional que se llevó a cabo recientemente en la Universidad Simón Bolívar, tanto en su sede de Barranquilla como en la de Cúcuta. Prestigiosos investigadores y expertos nacionales y extranjeros debatieron durante dosdías en cada una de las dos sedes este tema crucial para la sociedad colombiana. En Cúcuta se analizó la manera cómo la crisis social y humanitaria desencadenada por el desgobierno entronizado en Venezuela ha afectado las posibilidades de nuestros niños y jóvenes de escalar a un estrato socioeconómico más alto. La exviceministra de Educación Nacional, Patricia Martínez Barrios, señaló que de cada mil niños que inician la primaria, sólo uno se gradúa en la Educación Superior. Esta es una escalera rota que parecería condenar a nuestra población a mantenerse en el estrato en el que nacieron. Y sí, como otros conferencistas mostraron, los niveles de pobreza y el desempleo en Cúcuta son de los mayores en el país, parecería que existe una combinación de factores adversos que impiden la movilidad social. Los rectores de la Universidad Francisco de Paula Santandery de la Universidad Libre y los rectores del Megacolegio de Villa del Rosario y del Colegio Domingo Savio, acompañados por una representante de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR)abocaron juiciosamente el tema en un conversatorio con un público muy interesado y llegaron a la conclusión, que parecería obvia, de la necesidad de unir los esfuerzos de las universidades que, en el caso de Norte de Santander,afortunadamente están integradas para fines sociales e investigativos en la alianza SIES+, con los colegios, con los empresarios, con el gobierno y con las ONGs de apoyo internacional como única manera de recomponer esa escalera y permitir que nuestros niños puedan cambiar de estrato a través de la educación inclusiva.Hay que comenzar en la primaria, siguiendo por la secundaria y llegando a una universidad, que esté atenta a estudiar y resolver los problemas del entorno como corresponde a su papel social. A estas enjundiosas propuestas, que comparto, yo añadiría que es necesario también un cambio de cultura que nos permita tomar en nuestras propias manos nuestro destino; que, como decía Kant,  permita que salgamos de la minoría de edad  en la que estamos acostumbrados a que otros piensen y actúen por nosotros. Según el antropólogo Oscar Lewis,existe la cultura de la pobreza caracterizada por resignarse alegremente al lugar que le correspondió y que se da en aquellos sectores de la sociedad que tienen muy bajos salarios, no pueden acceder a créditos bancarios,  ni educación, ni empleos mejor remunerados.Esa cultura se perpetúa de generación en generación “cuando los niños  de los barrios bajos tienen seis o siete años de edad y han absorbido por lo común los valores básicos y las actitudes de su subcultura y no están psicológicamente capacitados para tomar plena ventaja… del aumento de oportunidades que pueden darse en el transcurso de su existencia”.

Propongo que la sociedad latinoamericana en general,y la colombiana en particular, están inmersas en una cultura de la pobreza  y de minoría de edad kantiana que no nos dejan actuar por nosotros mismos, sino que siempre dependemos de otros: del gobierno central, del patrón, de la empresa, del empleador. Como en los tiempos coloniales en los que los americanos dependían del favor del rey, actualmente los colombianos de provincia dependemos de la voluntad del gobierno central, del presidente y de sus ministros, de la maraña normativa que proviene del Congreso,de las dádivas y de las mermeladas, de la aplicación o no de las normas, de la falta de civismo, de la incapacidad de trabajar en conjunto para el bien común. En esto no estamos solos. Basta mirar la diferencia entre los estados rurales del sur de los Estados Unidos y los industrializados del norte. Entre las antiguas colonias africanas y las metrópolis europeas. Pero estoy seguro que para poder superar un problema es primero necesario identificarlo, estudiarlo y proponer hipótesis que al ponerse a prueba permitan superarlo. Es claro que nuestra Educación Superior no es pertinente para el país,  así cumpla con las condiciones de calidad establecidas por la ley, ya que si lo fuera, el trabajo conjunto la universidad, los empresarios y el Estado habrían resuelto ya nuestros problemas agrícolas y nos permitirían ser grandes exportadores de frutas, cereales, tubérculos y leguminosas, todos mejorados genéticamente; seríamos mayores exportadores de carne en canal,  pero también habríamos aprendido a darle un valor agregado a cada uno de estos insumos. Pero para poder hacerlo, tendríamos que haber tomado la decisión política hace tiempo de invertir en ciencia y tecnología, inversión que en este momento está por debajo del 0,3% del PIB, mientras que los países avanzados invierten hoy más el 4% en este rubro. Hemos sido un país de negociantes, pero no nos hemos acercado a las grandes ligas mundiales del comercio. Vendemos nuestro café en grano, para que las grandes compañías extranjeras lo tuesten y se queden con las ganancias, vendemos el azúcar a granel para que otros la refinen. Sería injusto no señalar las grandes excepciones a este panorama gris que se están dando en todo el país y particularmente en nuestra Cúcuta. Aquí tenemos empresas de mucho éxito que venden prendas de vestir en todo el país; la cerámica cucuteña ha superado nuestras fronteras y otras industrias poco a poco se vienen posicionando.En estas últimas semanas hemos tenido un número importante de eventos de innovación y de desarrollo empresarial en nuestras universidades que han dado como resultado  propuestas viables de desarrollo empresarial.   Pero tenemos que aprender de la banca norteamericana, la oferta de capital de riesgo en la que el banco entra como socio del empresario y no simplemente  como prestamista al quese le debe retornar su dinero independientemente del éxito o fracaso de la empresa.   Es allí en donde la alianza debe ser Universidad, Estado, Empresa y Banca, que  unidas jalonen el desarrollo colombiano.

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