La aplicación que ha desarrollado el Ministerio de Salud, en donde el ciudadano puede averiguar desde el celular el precio que ofrecen los diferentes laboratorios sobre un mismo medicamento, ha puesto al descubierto las enormes desproporciones de costo, que sin duda están saqueando el bolsillo de todos aquellos que tienen que acudir a una farmacia para adquirir un fármaco.
Los ejemplos que nos ofrece la prensa, nos dan cuenta de que una misma medicina puede costar hasta el 300% más, dependiendo del laboratorio que la elabore, situación que deja a la luz un despropósito, que en un medio como el nuestro constituye un atentado para el desprotegido consumidor, que muchas veces tiene que quedarse con la fórmula médica entre el bolsillo porque le resulta imposible adquirir lo prescrito por el médico.
Este tema de los costos de los medicamentos es un asunto ya viejo en nuestro medio. El Ministerio de Salud divulgó hace algún tiempo una lista de precios para una tabla de productos, pero lo que vemos es que en la práctica no se cumple y todavía falta mucho recorrido por emprender, pues los abusos en los precios están a la orden del día para cualquier persona que se encuentre en un episodio de descomposición de su salud.
Habría que averiguar como han hecho otros países para poner en cintura a los laboratorios, pues lo que vemos hoy es que los precios en el exterior son sustancialmente más bajos, hasta el punto de que cuando una persona va a viajar, inmediatamente aparecen los allegados para encargar toda clase de fármacos y de esta manera ahorrarse unos buenos pesos.
Este tema de precios, tiene que abordarse desde una perspectiva de emergencia, que implique la adopción de medidas drásticas y efectivas para poner de una vez por todas en cintura a los laboratorios. Entendemos que se trata de una batalla contra multinacionales muy poderosas, pero a esta calamitosa situación hay que ponerle un fin ya.
Todas las empresas fabricantes requieren unos márgenes de rentabilidad y eso lo entendemos, pero lo que resulta inadmisible es el abuso desproporcionado y descarado, que afecta a los sectores más desprotegidos de la población, que son los que tienen que asumir las consecuencias de este oscuro y perverso panorama.