El temor y la zozobra se apoderaron del país con el paro armado que lleva a cabo el Eln a nivel nacional durante 72 horas. En una muestra absurda de “soberanía” ante la comunidad, este grupo terrorista y narcotraficante trató de demostrar en forma violenta su legitimidad y poderío paralizando el comercio y bloqueando las carreteras en zonas donde tiene influencia, con la amenaza de atacar a quienes desobedezcan sus órdenes.
Desafortunadamente se presentaron hechos violentos en Cauca y Norte de Santander. La escalada de atentados se inició el jueves en un resguardo indígena de Páez (Cauca), donde incendiaron un camión. Así mismo, en vías de los municipios de Mercaderes y El Patía se encontraron cilindros con emblemas de este grupo armado. Mientras tanto, en Norte de Santander se registraron hechos que atemorizaron a la ciudad de Cúcuta y la han incomunicado con la Costa Caribe y el Catatumbo.
El temor es tan fuerte que varias empresas de transporte no despachan hacia ciertas zonas por miedo a represalias, como la quema de buses o, peor aún, el asesinato de sus conductores o pasajeros. El jueves antes del inicio del paro armado, se registraron disturbios en inmediaciones de la Universidad Pedagógica en Bogotá; y el viernes, una amenaza de carro bomba en la calle 77 con carrera 9ª, que por fortuna resultó ser falsa, causó temor entre la ciudadanía. Quedó en evidencia que los vándalos encapuchados son infiltrados del Eln, idiotas útiles además de la extrema derecha que pretende desvirtuar la legitimidad de la protesta pacífica social. Los extremos son igual de perversos y se necesitan mutuamente para subsistir.
Llama la atención lo que afirma Luis Celis -experto en conflicto- “El Eln tiene presencia efectiva en 10% del territorio, 112 municipios, allí puede afectar. Pero no tiene capacidad de afectar gran parte del país. El Gobierno ha manejado mal está situación y ha generado un pánico colectivo”. Esto demuestra que la guerrilla está logrando su cometido y el Estado, no hizo mucho para evitarlo, al contrario, ayudó a viralizar sus amenazas y a sembrar temor en el país. De nuevo los extremos ayudándose entre sí para generar miedo en la ciudadanía.
El mensaje del presidente sobre el control efectivo del país por parte de las autoridades, no llegó a todas las personas. Tampoco ayudaron las redes sociales inundadas de videos que mostraban quemas de buses y asesinatos de personas. Mi llamado es a la cordura y a la calma. Los buenos somos muchos más, no nos dejemos atemorizar de estos criminales que solo buscan la inestabilidad del país. Es obligación del gobierno defender el territorio y no permitir que la violencia sea nuevamente nuestro pan de cada día.