Por estos días se reúne en Bogotá la cumbre de alcaldes y líderes regionales del mundo, que congrega a 3.000 participantes de todos los rincones del planeta. Un evento de la mayor trascendencia, que debe servir como elemento motivador para nuestra clase dirigente, en donde en la mayoría de los casos observamos una falta de liderazgo capaz de asumir los grandes retos y proyectar el futuro que todos los colombianos requerimos y anhelamos.
Este congreso debe ser una oportunidad para replicar una valiosa información derivada de la experiencia exitosa de muchas ciudades allí congregadas, de tal manera que sirva para despertar la imaginación de nuestros actuales dirigentes y funcionarios, para que estén en condiciones de repensar sus ciudades y proyectarlas de acuerdo con las exigencias del futuro.
Lo que vemos en la mayoría de las urbes colombianas, es una falta de imaginación que impide resolver no solo los problemas urgentes, sino prever los futuros, lo que hace que la concurrencia de situaciones anómalas tenga a los ciudadanos padeciendo deficiencias que llevan al traste la calidad de vida de los habitantes, pues en muchas ocasiones contemplamos que hasta lo simple y elemental falla, pues además de que no existen grandes iniciativas, el sentido común escasea notoriamente.
Nuestras ciudades se encuentran atoradas, colapsadas, con crecimientos urbanos desbordados y llenas de problemas sin resolver. Existe un catálogo amplio de urgencias: la movilidad, la seguridad ciudadana, la atención básica en salud y educación, la falta de infraestructura, la presencia de altos niveles de corrupción, la carencia de escenarios y oportunidades de recreación y cultura, y podríamos agregar un largo etcétera.
Todas estas necesidades requieren de la presencia de verdaderos líderes, de eficaces ejecutores, de metes creativas y prospectivas, y de información que permita abrir el espacio de la creatividad; y creemos que este escenario excepcional que se congrega en Bogotá, constituirá una herramienta que se debe aprovechar al máximo para el propósito de lograr la transformación eficaz de nuestras ciudades. Tenemos que reconocer que el problema en la mayoría de los casos es cultural: la presencia en los cargos de dirección de personas cortas, ineptas, vacías y resistentes completamente al cambio y la transformación.
