En días pasados oí una entrevista al ministro del Medio Ambiente, en donde daba cuenta de la forma como las autoridades ambientales están procediendo para controlar los incendios que en todas las regiones de Colombia se están generando, como consecuencia de la prolongada sequía y que producen daños irreparables a los ecosistemas, así como a las comunidades dentro de las cuales se presentan estos desastres.
Es triste observar a ese ministerio en el papel de apagador de incendios, cuando lo que ello refleja es la ausencia de una política coherente a través del tiempo, para asegurar un trabajo metódico y técnico que permita preveer todas estas situaciones irregulares.
Son ya 140 municipios los que están sufriendo consecuencias aterradoras por la falta de agua y en los próximos días se sumarán más, porque el fenómeno tiende a recrudecer. Sin embargo, no vemos a la mayoría de alcaldes comprometidos con una política ambiental de largo plazo para cuidar y extender sus bosques, para incrementar sus fuentes de agua y para descontaminar en ambiente en general.
Mientras cada alcalde no tenga su carta de navegación en ese sentido y no se fijen compromisos reales para cumplir dentro de los plazos determinados, la situación no solo no mejorará, sino que empeorará.
Fuera de eso se ha venido aplazando indefinidamente el replanteamiento de las corporaciones autónomas regionales, pues a la mayoría las ha invadido la politiquería y el clientelismo y los valiosos recursos que manejan los emplean en fines electorales, cuando no de beneficio personal en actuaciones netamente corruptas.
Los sucesivos ministros han prometido las reformas necesarias en este campo, pero a la hora de la verdad no se ha contado con el valor para sacarlas adelante.
Una situación como la que se está presentando en el país, convertido en un rancho ardiendo y con miles de personas padeciendo los rigores de la sequía, debería aprovecharse para imponer ese nuevo esquema que tanta urgencia tiene para alcanzar los objetivos ambientales y de sostenibilidad.
Es realmente paradójico que la poca agua de que disponemos, tenemos que utilizarla para apagar incendios.
Apostilla: Nuestro sentimiento de inmenso pesar por la muerte de Laura Villalobos, una gran dama que siempre honró a su Departamento con todas sus acciones intelectuales y por sus ejecutorias en bien de la región. Su ejemplo debe ser exaltado ante las presentes y futuras generaciones.