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El recurso de la mentira
La propaganda destinada a hacer creer que el acuerdo de paz era la entronización del llamado “castrochavismo” fue un masaje que infundía pánico.
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Sábado, 7 de Abril de 2018

La mentira se ha convertido para muchos de quienes están en el ejercicio de la política en Colombia en un arma rutinaria. La utilizan para apoyar sus intereses, que casi siempre hacen parte de las  empresas de corrupción que manejan. La aprovechan también con cálculo electoral a falta del conocimiento que debieran tener para sustentar propuestas de alcance público o desarrollar ideas en promoción de beneficios sociales.

La oposición al acuerdo de paz con las Farc se hizo dándole el mayor despliegue a mentiras calculadas. Mediante un arsenal de distorsiones se propagó la versión de que lo pactado era la entrega del país a los demonios de una revolución perversa. La terminación del conflicto armado se presentaba como la caída en el abismo. Con esos argumentos de engaño se le puso la lápida al plebiscito de 2016, de  precaria mayoría de votos por el no. Fue una campaña sucia, adobada de trampas, como lo reveló con cierto aire de arrepentimiento uno de los dirigentes del Centro Democrático que tuvo a cargo el manejo de semejante infundio.

La propaganda destinada a hacer creer que el acuerdo de paz era la entronización del llamado “castrochavismo” fue un masaje que infundía pánico. Eso llevó a que predominara la ingenuidad de muchos electores, con lo cual ellos mismos se hacían daño y se lo hacían a la nación al contrariar la posibilidad de liquidar la lucha armada y abrirle espacios a la controversia civilizada y democrática.

Ese empeño de los que tienen como finalidad suprema “hacer trizas” el acuerdo de paz sigue siendo su obsesión en esta nueva etapa de la política nacional. Y para eso tienen la mentira a flor de labio. Buscan llegar al poder en alas de la tergiversación. Obran con el principio sombrío, según el cual “El fin justifica los medios”. La utilización de las redes sociales con tales fines está a la orden del día. Se difunden agresiones, calumnias, versiones que buscan dañar el buen nombre del contendor o alterar la verdad de los hechos. Pero también se volvió usual la fabricación de falsos prestigios, atribuyéndose títulos que no se tienen en un afán de ganar prestigio con la egolatría propia del culto a la personalidad, esa especie de narcisismo vacuo.

El hábito de mentir daña las relaciones entre la gente y lleva a los laberintos del cinismo y de la postración moral. La mentira le tuerce el cuello a la responsabilidad y la decencia e introduce en la política un elemento dañino de pugna, desconfianza y falsedad. Cuando se actúa en esa forma queda abierta la puerta por donde pueden meterse todos los conflictos y quebrantar la confianza y el buen ánimo que tanto contribuyen al entendimiento.

Es necesario imponer en la política un grado sostenible de credibilidad y esto obliga a abolir la mentira. Es un mal recurso, negativo y provocador, porque puede llegar a niveles insólitos en los daños que genera.

La ética debe contar en la conducta de quienes tienen a su cargo el manejo de los asuntos públicos.   Por lo cual la mentira debe erradicarse en las prácticas propias de la política, que es función cotidiana en toda sociedad.

Puntada

Mañana se cumplen 70 años del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, un hecho que debe llevar a pensar en  el fortalecimiento de la democracia en Colombia, que es una forma de honrar la memoria del gran caudillo liberal que él fue.

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