Las próximas elecciones en Colombia entran en una fase de definiciones a un año de celebrarse las consultas de marzo de 2022, mes que apunta a convertirse casi que en una segunda vuelta anticipada porque se conocerán quienes ganarán la postulación. Este 2020 nos toma en una dinámica muy cargada de tensión por todo lado: vacunación, coaliciones políticas y reforma tributaria. Con estos tres factores que se desenvolverán simultáneamente, cualquier cosa puede suceder en los próximos meses en Colombia. Duque y sus amigos no la tienen nada fácil, porque es algo así como caminar en un campo minado.
Así es, si se politiza el proceso de vacunación o se dificulta el mismo, será señalada como una debilidad del gobierno. Pero vendrá el tema de la discusión de la reforma tributaria, que es mucho más impactante y peligroso hacia las elecciones que se vienen en el 2022. Es un carburante de alto voltaje, que puede desencadenar un efecto político que estará por verse. Petro debe estar contento con este panorama. Colombia está condenada a seguir siendo un país en el que la inequidad y la desigualdad se mantendrán por muchos años; al revisar las cifras de los sectores que más ganaron durante el 2020: el sector financiero ganó 121 billones de pesos y tan solo pagó el 1,9% de sus utilidades.
En Colombia hace apenas 2 años se hizo una reforma tributaria, y ahora vamos a hacer otra en el momento más inoportuno. Gravar nuevamente a la clase media en estos momentos de recesión mundial, en un país en el que los niveles de pobreza se acercan al 49% por la pandemia, en el que el desempleo se ubica en un peligroso 15.4%, en el que la informalidad crece y ya se anuncian más quiebra de empresas, es equivocado; se calcula que a una familia promedio la pandemia nos ha costado 23 millones y en ese contexto se viene una nueva reforma tributaria que gravará cerca del 80 productos más de la canasta familiar, detonante muy peligroso en plena campaña electoral. Petro debe estar frotándose las manos, mientras que como lo decía hace poco Gabriel Silva Luján, los ricos tienen miedo.
La derecha colombiana está mirando su estrategia para llegar con un candidato que le garantice su continuidad. Hasta dónde podría Uribe sumarse por ejemplo a esa miniconsulta de los 3 ex alcaldes, Peñalosa, Char y Federico Gutiérrez y que de ahí salga su candidato? Muy probable, y más cuando su candidato que tenía más viabilidad era Carlos Holmes. Marta Lucía Ramírez se ve muy débil. Soy de los que creo que hace mucho tiempo Colombia ha debido tener una mujer presidente, pero ni mucho menos debiera ser la actual vice.
Por los lados del centro, ¿qué tanta fuerza podría llegar a tener Alejandro Gaviria y podría convertirse en un contrincante fuerte para Fajardo? Es posible. Hasta hace unos pocos meses el país tenía un camino electoral de polarización extrema, seguramente en una posible segunda vuelta entre Petro y el que escogiera Uribe. Una de las grandes incógnitas de este año es saber qué tanta fuerza puede tomar el centro, que pudiera incluso desbordar a un candidato de derecha. En principio, con estos niveles de pobreza que ha disparado la pandemia, ese descontento y frustración generadas por las quiebras, desempleo y deserción estudiantil entre otras, quien puede canalizar ese discurso es Petro.
Y lo peor de la reforma tributaria es que si por primera vez el gobierno hiciere una reforma seria, calculando hoy en día el valor de las exenciones que se le otorgan a los ricos es del orden de 80 billones, pues Colombia no tendría que gravar con más IVA a la clase media. Con solo corregir las excesivas exenciones fiscalmente el país podría equilibrarse, y de paso quitarle un detonante a las elecciones del 2022. Desde luego que Duque no lo hará.