Desde finales de la primera década de este siglo en Gran Bretaña se vienen presentando por parte de los sindicatos, mociones en contra de la obligatoriedad de llevar zapatos de tacón alto al trabajo. Recientemente fue publicada en internet la foto de una mesera que muestra sus pies ensangrentados después de un largo turno de trabajo en el restaurant donde las empleadas son obligadas a usar tacones.
En su columna “Hombres con tacones” (El Tiempo, junio 06), Cecilia Rodríguez, resalta la odisea de un obrero sueco quien, para protestar contra la anticuada legislación sobre el código de vestimenta, fue a trabajar en un apartamento de un cuarto piso sin ascensor en unos bonitos zapatos de tacón alto y atractivo color para mujer. Todo fue filmado en un video para YouTube que se convirtió en un fenómeno viral. El hombre aparece caminando tortuosamente mientras trabaja y al final del día, cuando llega a la casa, se quita los zapatos frente a sus dos hijos pequeños y les muestra los pies llenos de peladuras.
Pero lo que lo que rebosó la copa fue el reciente despido de una joven de 27 años, contratada como recepcionista para un trabajo temporal en una empresa de Londres, por negarse a llevar tacones al trabajo. El caso ha trascendido pues la joven inicio una campaña para recoger firmas y reclamar al Parlamento Británico la revisión de la ley que permite a las empresas imponer el uso de esta prenda. A los pocos días se habían registrado más de las 100.000 firmas requeridas para iniciar el debate.
Existen investigaciones sobre el daño causado por esta prenda. Según el Colegio Profesional de Patólogos de Andalucía, además de la incomodidad para caminar que producen los zapatos de tacón, su exagerado uso por varias horas al día puede producir muchas patologías del pie y repercutir en la rodilla, cadera y espalda. A esto hay que agregarle el riesgo de caídas y de accidentes de tránsito cuando se conduce un vehículo, extendiéndose el riesgo a las demás personas. Todo parece indicar que las desventajas son superiores a los beneficios.
Pese a que esta prenda contribuye a resaltar la belleza y elegancia femenina, desde 1986 hasta ahora el porcentaje de las mujeres que usan tacones en su trabajo diario se ha reducido de 68 por ciento a un 31 por ciento. Las damas que más usan esta clase de zapatos están entre los 18 y 24 años.
Vale recordar que los hombres fueron los primeros en usar zapatos de tacón alto, mucho antes que las mujeres fueron usados por los ingleses como calzado para los jinetes. Cuando en Europa las clases bajas tuvieron acceso a los zapatos, los aristócratas optaron por usar zapatos con tacones altos para marcar la diferencia.