En mi libro “Se hace camino al andar” publicado en 2023 incluí el encuentro con Jorge Gaitán Durán en Bogotá en 1956. El capítulo correspondiente es el siguiente:
En los años 50 conocí a Jorge Gaitán Durán en Bogotá, un medio día de tertulia en una tasca de acentuado acento español. Hacía pocos días había regresado de París y ya tenía en marcha la publicación de la revista Mito. Despuésde conversar con él sobre temas políticos de ese entonces y de su obra literaria, le propuse a Andrés Crovo Amón una entrevista con el poeta nortesantandereano para el semanario Mural que él y María Elena Jiménez fundaron en Cúcuta en los años 50 del siglo XX.
Esta iniciativa tuvo acogida y se lo comuniqué a Gaitán Durán, quien accedió a conversar sobre los temas que se le plantearan. Habló de Mito, de su poesía, de su vida en Europa, de su visión política, de sus nuevos proyectos literarios y de Cúcuta. Cuando le pregunté donde prefería permanecer, me respondió que las dos ciudades entrañables para él eran París y Cúcuta.
En esa oportunidad también conocí a Guillermo Abello, a quien Gaitán había vinculado a Mito en el área de publicidad. El vino de ese medio día animó la conversación y Gaitán recordó querencias y lugares y hasta planteó la posibilidad de hacer un viaje a la ciudad. No supe si cumplió ese propósito.
Otro encuentro con Gaitán tuvo lugar en un paseo dominical a la finca de Diego Montaña Cuéllar cerca a Bogotá. Fue un picnic con finalidades políticas. El tema era la situación de Colombia bajo el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla. A la reunión concurrían, además, Gustavo Vasco, Gerardo Molina, Álvaro Uribe Rueda, Luis Villar Borda y otros amigos alineados en la oposición. Se hacían planteamientos claros y coherentes sobre Colombia y América Latina, amarradas por dictaduras militares.
Para esa época, Paula, la hija de Jorge Gaitán Durán y Dina Moscovici, estaba en sus primeros años. En un momento de descuido la niña llegó a una pequeña piscina y estuvo a punto de perecer. Me correspondió dar la voz de alarma y esto llevó a las acciones que hicieron posible su rescate antes de que el accidente alcanzara niveles extremos. Salvo este percance, fue una tarde animada y provechosa sobre ilustración de la realidad colombiana.
Posteriormente recibí los libros de Gaitán, El laberinto, Asombro, Amantes y La revolución invisible. Y mantuve la atención puesta en sus notas periodísticas de El Espectador. Pero antes ya había leído Insistencia en la tristeza y Presencia del hombre. En este, como bien lo dice Fernando Charry Lara, “El hombre, el semejante, el hermano, se hacen presentes. Una esperanza de redención se agita en este libro vibrante. Se afirma con orgullo la soberanía del hombre, es así mismo para reclamar el deber imperioso de la libertad. La voz de la poesía anhela confundirsecon la voz humana. Sin entrar de lleno en arenga, serenando, embelleciendo el eco de sus palabras, el poeta expresa la esperanza de un mundo futuro más feliz y armonioso, en el que el hombre pueda realizarla plenitudde sudestino”.
Recuerdo a Gaitán Durán feliz en nuestro encuentro de Bogotá. Había escuchado hablarde él y leído su poesía. Pero nolo conocía personalmente. Al verlo y hablarde su obra y de su vida, tuve una más precisa dimensión de cuanto representaba como intelectual. Un escritor lúcido y culto, un hombre con ideas revolucionarias, libre de dogmatismos, de prejuicios y de consignas propagandísticas. Un creador con concepción ética y estética del conocimiento. Lo cual reflejó en lo que escribió y en su visión política.
La revista Mito fue su gran obra. Una publicación que representó el punto de partida de una revolución cultural, contra atrasos y los oscurantismos predominantes en el país en los cruciales años cincuenta del siglo XX.
Puntada.
La paz sigue siendo la prioridad de Colombia.
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