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¿Es la violencia una característica genética?
Por años se ha debatido en círculos científicos si el hombre es violento por naturaleza o si esto es una característica culturalmente adquirida.
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Viernes, 13 de Septiembre de 2019

Todas las mañanas los periódicos nos despiertan con los últimos asesinatos perpetrados por sicarios al servicio de intereses políticos y del narcotráfico. 

Ayer eran tres excomandantes de las Farc desmovilizados que estaban desayunando, la semana pasada una candidata a la Alcaldía Municipal de Suárez asesinada junto con sus compañeros de la manera más ignominiosa, un joven indígena caucano y un candidato del Centro Democrático caído en Antioquia. Y estos son los últimos de los más de 160 líderes sociales que han muerto solamente este año, asesinados sobre seguro con premeditación y alevosía. 

Por años se ha debatido en círculos científicos si el hombre es violento por naturaleza o si esto es una característica culturalmente adquirida a través de los siglos. En efecto, la historia de la humanidad nos muestra una constante de violencia a lo largo de todas las latitudes y de todas las sociedades y aún en casos como el de la Pax Romana en el que la paz, entendida como la no agresión entre tribus internas, se mantuvo por las armas como lo recita el dicto latino: ‘si vis pacem para bellum’ (Si quieres la paz, prepárate para la guerra). 

Pero leyendo la entrega de septiembre de The Scientist, la pregunta comienza a tener una respuesta. La llamativa portada en la que aparece una reconstrucción digital de lo que pudieron ser las facciones de una neandertal junto con la leyenda “Nuestro Neandertal Interno”, me llamó poderosamente la atención.  Apenas hace ocho años, Akey y Vernot de la Universidad de Washington lograron determinar el genoma de los neandertales basados en remanentes claramente identificados de esos homínidos tempranos y en los últimos cinco años científicos de Harvard, Vanderbild y el Biobank, del Reino Unido, se les han sumado para tratar de identificar las secuencias genómicas en el hombre moderno. 

A partir de estos estudios se ha encontrado que en los europeos y asiáticos, entre el 1 y el 2% del genoma del hombre de hoy proviene del genoma del neandertal y en el caso de los polinesios puede ser hasta del 4%. Estos genes tienen que ver con características de la piel y del cabello, tales como la coloración, así como la adaptación inmunológica a ciertos microorganismos. 

Esto explicaría el porqué de la piel blanca de los europeos del norte, el color de su pelo y de sus ojos que hasta ahora se atribuía a que, habiendo menor radiación solar en esas latitudes, ya no se necesitaba la melanina que era necesaria para sobrevivir en la cuna tanto de los neandertales como de los humanos.

La historia de los neandertales es fascinante porque saliendo ellos del cuerno de África hace unos 350.000 años se expandieron por todo lo que es Europa y Asia. El Homo sapiens, nuestro antepasado, salió de esas mismas regiones de África apenas hace 60 a 70.000 años y se encontró con que mucho de Europa ya estaba colonizada por los neandertales. Los neandertales hasta su extinción hace 40.000 años convivieron y se entrecruzaron con nuestros antepasados por 20 a 30.000 años. ¿Por qué desaparecieron?  Ya en 1912 Boule propuso que la extinción de los neandertales se debió al carácter agresivo de los humanos  que los acosaron y eventualmente los eliminaron  físicamente de todo lo que es el territorio que antes ocupaban en Europa y Asia. Claro que hay otras ideas al respecto, pero todas ellas son complementarias a la agresividad y violencia de nuestro antepasado, el Homo Sapiens. 

Es claro que estamos hablando de hipótesis basadas en información genética científica. Pero es interesante inferir que la violencia, que es una constante de la historia de la humanidad, es una característica genética heredable del ser humano.  

De ser cierta,  nuestra única esperanza es que podamos sobreponernos a esos determinantes genéticos a través de la cultura y la educación y logremos construir paz verdadera paso a paso,  comenzando por la no violencia en la familia, la no violencia en el entorno familiar, la no violencia en el entorno social, la no violencia atizada por dirigentes políticos, hasta llegar a la no violencia en el entorno nacional e internacional, quizás la única oportunidad que le quede al ser humano de no correr la misma suerte que le hicieron correr a sus primos, los neandertales, violencia que ahora puede determinar su propia extinción.

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