Tranquilo. En primer lugar, lo que debe saber es que usted sí es inteligente, por lo menos como la mayoría de las personas. En lo que puede radicar la diferencia es en el tipo de inteligencia. Por ejemplo, podemos ser inteligentes para las matemáticas, para la literatura o para las artes, pero no necesariamente igual de inteligentes en todas estas áreas. Existe una propuesta de que la inteligencia es la capacidad de resolver problemas por primera vez, porque de ahí en adelante ya sería una conducta aprendida, aunque de todas maneras para estas segundas ocasiones también se necesita un poco de suspicacia.
Así pues, tendríamos varias inteligencias y no solo una, verbigracia numéricas, para las letras, espaciales, etc., propuesta muy actual en el sistema educativo europeo. ¿Pero qué sucede cuando la inteligencia tiene que ver con nuestras emociones? A este campo se le ha denominado inteligencia emocional y, al parecer, no tiende a funcionar de la misma manera que las otras.
Les voy a dar un ejemplo muy sencillo, acaso ¿no tenemos un conocido que es exitoso en el mundo financiero o profesional, que cuenta con dos maestrías y un doctorado, pero su vida sentimental es un infierno? Haciéndonos preguntar, pero ¿qué le pasa?, es que acaso ¿no se da cuenta?
La respuesta a esas preguntas no es tan fácil. En primer lugar, podemos nacer con ciertas habilidades, eso es cierto, pero igualmente hay que desarrollarlas. De nada le sirve a un niño ser bueno en matemáticas si no estudia y se dedica a ellas, porque llegará un momento en el cual, solo con sus dotes innatas no podrá estar a la par de sus compañeros y, en segundo lugar, existe un mecanismo psicológico que hace que la persona no pueda ver lo que es tan evidente para los demás, evitando el sufrimiento.
Lo mismo sucede con la inteligencia emocional, hay que cultivarla, perfeccionarla y abrirle los ojos. Lo interesante es que, así como se puede heredar la facilidad para los números o la música, también sucede en el campo de las relaciones públicas, sociales y, sobre todo, sentimentales.
Hace un momento propusimos que la inteligencia es la capacidad para resolver una situación la primera vez que se nos presenta, y el caso contrario, sería utilizar siempre una misma estrategia que nunca es efectiva esperando resultados diferentes, lo que precisamente sería la base de la “NO” inteligencia emocional. Por eso, algunas personas, sin importar su éxito en diferentes áreas profesionales, continúan repitiendo la misma conducta en su vida personal, una y otra vez, o no logran salir de la tragedia en la que están metidas, para terminar leyendo todos los libros de autoayuda sobre el tema, como, “sé feliz”, “suelta ese amor”, “te mereces algo mejor” y visitando los terapeutas que les aclaran lo que está sucediendo, pero desafortunadamente, al igual que en un problema matemático, no logran despejar la incógnita, no ven la solución, ya que, a su cerebro no se le facilita ese análisis.
Por lo tanto, se hace necesario fortalecer este tipo de inteligencia, que viene a ser muy diferente a las otras. Recordemos la sabiduría de nuestras abuelas, que si bien, algunas no pudieron ir al colegio, daban muy buenos consejos de vida, tanto para los negocios como para el amor.
Todo es un proceso, así como, lo que aprendemos en primer año de colegio nos sirve para segundo y más adelante, la inteligencia emocional se nutre de experiencias anteriores, permitiendo dar solución a nuevos problemas y no seguir chocando con la misma piedra, bueno, casi nunca.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion