Hoy estamos de celebración a pesar de la adversidad de los diferentes acontecimientos que en estos territorios suceden. Hoy hace 290 años inició lo que conocemos como la historia fundacional de nuestra amada ciudad. Aunque algunos se atreven a proponer otras fechas, lo que está claro es que por cultura y por costumbre se conmemora un día como hoy.

San José de Cúcuta es la capital del departamento de Norte de Santander. Fundada el 17 de junio de 1733 por Juana Rangel de Cuéllar con el nombre de San José de Guasimales en lo que fue un asentamiento indígena dado en encomienda en 1550 por Pedro de Ursúa, conquistador fundador de Pamplona a Sebastián Lorenzo.

A la ciudad se le conoció como San José de Guasimales​ desde 1733 hasta 1793, año en el que cambió a su nombre actual. El nombre oficial de la ciudad es San José de Cúcuta, “San José” en honor a José de Nazaret y “Cúcuta” por el nombre del Cacique Barí “Cúcuta”, que significa "Casa de los Duendes" porque su comunidad era mágica y hermosa.

Esta traducción no es del todo reconocida en los folios de la historia, sin embargo, es importante recalcar la presencia de pueblos aborígenes en estos territorios por los diversos hallazgos y notas de los escribanos de la época, los cuales reposan en los anaqueles al custodio de la institución más importante del departamento en cuanto la salvaguarda de la memoria e historia como lo es la honorable Academia de Historia de Norte de Santander.

Debido a su belleza, Cúcuta ha recibido apodos como la “Perla del Norte”, por su importancia internacional y ubicación geoestratégica en lo que a comercio e intercambio se refiere, además, gracias a la gran cantidad de árboles que exhibió la ciudad se le llamó la “Ciudad Verde de Colombia”.

Desde el mismo momento de su fundación la ciudad ha sido testigo y epicentro de eventos de trascendencia para toda la nación, entre ellos, la Batalla de Cúcuta, el 28 de febrero de 1813, iniciando así la Campaña Admirable y cuna de la Independencia; el Congreso de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta de 1821, iniciando con el sueño republicano de la creación de Colombia; la firma del Tratado de Límites de 1941 y el Tratado de Tonchalá de 1959.

Hoy atravesamos un mal momento en nuestra historia. La desidia, la falta de cultura ciudadana, la violencia, el derramamiento de sangre, la indolencia del orden nacional, la carencia de liderazgos capaces de visionar como antes un puerto de luz a nuestra ciudad, la falta de enseñanza de historia en nuestras instituciones educativas, la decadencia moral de quienes hoy tienen el liderazgo, el desmoronamiento de los valores y la capacidad de soñar en grande, eso es lo que le falta a nuestra ciudad y es el mejor regalo que debemos darle.

Mi invitación es volver a enamorarnos de ella; resurgir de las cenizas como lo hizo la generación del terremoto, de la fiebre amarilla, de la guerra de los Mil Días, del viernes de 1983, de las bombas terroristas de los 90, de la arremetida subversiva y paramilitar, y de las garras del narcotráfico. Una y otra vez hemos sido capaces de volver a levantarnos.  

Luis Pérez Hernández, quien fue nombrado por el papa Pío XII como el primer obispo de la Diócesis cucuteña, afirmo: “Qué bello es nacer en Cúcuta, trabajar por Cúcuta y morir en Cúcuta”.