Un pasaje de la Biblia dice “El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho”. Partiendo de ahí, explicaré mi voto para la Alcaldía de Cúcuta este domingo.
Después de trabajar en distintos roles del sector privado durante más de una década, principalmente en empresas financieras y agropecuarias, en el 2020 por primera vez tuve la oportunidad de trabajar en el complejo pero fascinante sector público. Un triunfo inesperado en las elecciones de 2019 permitió que jóvenes que no hacían parte de estructuras políticas o que incluso ni habían votado por ese nuevo Alcalde pudieran sumarle a la ciudad desde su conocimiento y experiencia. En ese proceso trabajé con Sergio Maldonado, a quién le habían encargado la Secretaría de Desarrollo, con el objetivo principal de ayudar a reducir el desempleo y la informalidad en la ciudad que peleaba con Riohacha y Quibdó los primeros lugares del país.
Dicha Secretaría tuvo un presupuesto muy pequeño, correspondiente al 0,5% del total de recursos del municipio. Sin embargo cumplió sus metas y terminó siendo una de las más reconocidas por seguidores y detractores del Alcalde. Desafortunadamente, y para la desilusión de miles de cucuteños, muchas otras Secretarías y dependencias no estuvieron a la altura del reto.
Mantener en cero la corrupción, la capacidad de escuchar para construir soluciones, respeto total por las mujeres, la habilidad para generar confianza, sumar aliados a todos los proyectos y una disposición permanente para trabajar, trabajar y trabajar permitieron que la oficina liderada por Sergio sobresaliera y fuera un referente de gestión. Su experiencia de años trabajando con organizaciones de cooperación internacional permitió que decenas de estas organizaciones sumaran trabajo y recursos para potenciar los esfuerzos de su secretaría. Su trasegar por el sector empresarial de la ciudad le permitieron entender las necesidades básicas de empresarios y ofrecer soluciones puntuales, posibles. Programas como la Ruta del Empleo para conectar empresas con desempleados, Escuelas Taller para formar personas en pocos meses para trabajar en sectores que necesitaban mano de obra, Empleo Joven para facilitar la inserción laboral de jóvenes a empresas, impulso a proyectos agropecuarios, la creación de una Marca Ciudad (Cúcuta Sorprende) para promover a Cúcuta, el apoyo a emprendedores, microempresarios y gremios con asesoría, maquinaria, créditos blandos y espacios comerciales locales, nacionales e internacionales para que aumentaran sus ventas, sumaron en la reducción del desempleo e informalidad que, si bien aún está lejos de niveles óptimos, hoy tiene a Cúcuta en posiciones mucho menos vergonzosas que hace 4 años.
Su programa de gobierno “La Mejor Cúcuta Posible”, construido escuchando a miles de ciudadanos, plantea soluciones puntuales alrededor de 4 ejes que sufren día a día los cucuteños: Economía, Seguridad, Transporte y Salud Mental, teniendo en cuenta el concepto de “Posibilismo” del intelectual Albert Hirschman, alejado del populismo pauperizador que promete lo incumplible en campaña para después decepcionar. Sergio fue fiel en lo poco, lo será en lo mucho. Por eso mi voto este domingo será para sumar en la construcción de La Mejor Cúcuta Posible, una ciudad más productiva, educada, segura, cívica e incluyente que ofrece mejores caminos de vida a sus ciudadanos.