Únicamente como paseo por un episodio de la vida política nacional y no como intervención en política activa traigo a colación apartes de una entrevista que recientemente la periodista Vicky Dávila le hizo al senador Juan Manuel Galán Pachón, donde, entre tanta indagación, con Vicky u otro periodista, siempre aflora una pregunta recurrente que el senador tendrá que contestar, por lo menos mientras esté operante en la vida pública.
Los colombianos nos hemos acostumbrado a esta situación del senador Galán cada vez que se aproximan elecciones presidenciales, donde él se ha candidatizado, como en ocasiones pasadas, o ha querido integrarse a otro grupo, como ahora, con una coalición para 2022, junto con un grupo de políticos destacados que desean alejarse de los extremos políticos. Y eso está bien.
Muchos colombianos recordamos perfectamente las palabras del joven Juan Manuel Galán en el cementerio Central, de Bogotá, en las exequias fúnebres de su padre, cuando leyó un breve documento recién escrito solicitando a César Gaviria Trujillo “…en nombre del pueblo y en nombre de mi familia, que en sus manos encomendamos las banderas de mi padre y que cuente con nuestro respaldo para que sea usted el presidente que Colombia quería y necesitaba. Salve usted a Colombia”. Gaviria cumplió, su gobierno (1990 - 1994) fue eminentemente liberal y combinado con los postulados encomendados por el vástago del líder inmolado. Hoy, cuando Gaviria -actual jefe del partido liberal- y Galán están en política activa, también están muy distanciados políticamente. Hace dos años Galán dijo a un noticiero nacional de televisión que se arrepentía de haber entregado las banderas del Nuevo Liberalismo a Gaviria y hace algunos días le contestó a Vicky que no fue él sino su padre quien le entregó esas banderas al expresidente, como una forma de comprometerlo más, después de tantos años, pretendiendo que sea una atadura política eterna.
Lo que voy a decir es de Perogrullo, de sentido común: sencillamente, los tiempos han pasado, los protagonistas de la política colombiana en estos treinta y un años se han renovado significativamente, el país ha cambiado enormemente. Precisamente ese cambió lo inició Gaviria como presidente de la República con el encargo que le dejó el presidente nortesantandereano Virgilio Barco Vargas de organizar la Asamblea Constituyente y darle una Carta nueva a Colombia.
Antonio Navarro Wolff, en su libro reciente sobre la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, dice algo muy cierto sobre su nombramiento como ministro de Salud en el gobierno de César Gaviria: “Un exguerrillero ministro no tiene antecedentes en Colombia”. Y agrega: “…A la luz de los hechos recientes, parece algo impensable”. Sí, hoy es impensable que de los activistas de las Farc que firmaron la paz se nombre un ministro en cualquier cartera. ¿Por qué? Porque los gobiernos y sus protagonistas cambian, los partidos y movimientos políticos cambian, los tiempos cambian y las ideologías se remozan. En fin, la familia Galán no le puede exigir a Gaviria fidelidad total ad infinitum a unos postulados partidistas y familiares después de 31 años, aunque sí rescatar algunos aspectos del Nuevo Liberalismo, como la lucha frontal a la corrupción, entre otros. ¿Cómo no?