En los últimos años hemos seguido de cerca los esfuerzos de los catalanes por asegurar unos comicios que les refuerce su idea de independencia respecto a España –crear su propio Estado-, lo que algunas veces se intensifica, y otras, parece desgastado.
Este sentimiento independentista catalán no es nuevo, pues basta con recordar que cuando en 1910 llegó a Ciénaga don Ramón Vinyes, como auxiliar de contabilidad de una empresa exportadora de bananos, no tardó en reconciliarse con la literatura, pero su obra literaria es desconocida porque siempre se empeñó en escribir en catalán.
Hoy es conocido como el “sabio catalán” porque García Márquez lo consagró en su obra cumbre.
Con los cambios que se han dado en el mundo a partir de 1989, cuando se derrumbó y desmembró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS-, no son pocas las naciones que han optado por intentar su independencia, como el caso de Cataluña.
Cuando hablamos de nación hemos de tomarlo como un concepto sociológico y de sentimiento patrio, un conjunto de personas vinculadas a otras por cultura, lengua, religión, costumbres y una historia en común, y no como nos enseñan equivocadamente en las facultades de Derecho, en el sentido que Nación y Estado es lo mismo.
De ahí que en nuestro medio hablemos equivocadamente de Fiscalía y Procuraduría General de la Nación, y no como en México, que son más precisos, porque hablan de Procuraduría General de Justicia del Estado de México. Nuestros juristas han tratado de corregir este error con malabarismos jurídicos cuando dicen que “El Estado es la personificación jurídica de la nación”.
Como Colombia es un país de regiones: paisas, santandereanos, costeños, cundiboyacenses, etc., vale preguntarse si algún día ese sentimiento independentista llegará a nuestras costas. En el departamento de Antioquia siempre han manifestado ese deseo, pero más parece que es para forzar la canalización de recursos económicos desde el gobierno central. Aquí, en nuestro Departamento, la antigua provincia de Ocaña ha hecho lo propio: antes por la ancestral incomunicación y, siempre, porque sus gentes son una nación orgullosa y con sentimientos de pertenencia muy arraigados e indoblegables. Los costeños, agrupados hoy en la llamada Región Caribe, de vez en vez hacen otro tanto, pero para reclamar atención e inversión.
En mis años de estudiante de derecho en Barranquilla era fiel oyente del programa radial “La Peña Alicia”, que transmitía Alicia Rosales en Radio Piloto, donde en 1979 escuché su entrevista al escritor David Sánchez Juliao, quien además de decir que “Panamá era el país más feliz del mundo porque no tenía cachacos”, terminaba reconociendo algo cierto: “Los cachacos sin la Costa serían Bolivia, y la Costa sin los cachacos seríamos Haití”.
