Entendemos perfectamente el interés de muchos periodistas para obtener información de primera mano sobre todos los asuntos que tienen que ver con el tema de la violencia en este país, situación que encierra toda clase de complejidades debido a la gran cantidad de aristas que este flagelo reviste, pues para nadie es un misterio que existen zonas en donde hacen presencia toda clase de movimientos armados tales como guerrilla, paramilitarismo, narcotráfico y delincuencia común.
Es por eso que esa situación debería tenerse en cuenta por todos aquellos informadores, para no arriesgar su vida, o por lo menos su libertad individual, al aceptar compromisos para introducirse secretamente en esos lugares, en donde resulta muy difícil la garantía de su integridad.
Le pasó a Ingrid Betancur y su compañera Clara Rojas, quienes siendo advertidas tomaron el riesgo de emprender la azarosa travesía por el sur del país, con las fatales consecuencias ya conocidas. Pero también le ocurrió, nada menos que a un general activo, quien creyendo que al estar vestido de civil, podía transitar inadvertido por otro de esos escabrosos caminos.
Ahora tenemos el caso de la periodista Colombo-española Salud Hernández, perdida en la zona de la Gabarra, en el departamento de Norte de Santander, en donde se libra una agria batalla con grupos guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes. Una boca de un lobo feroz que para cualquier ciudadano reviste todos los peligros posibles, en donde es claro para cualquier buen entendedor que en las condiciones actuales no existe autoridad alguna capaz de garantizar nada en las particularidades de ese peligroso escenario, menos sin haber dado el menor aviso sobre el viaje emprendido.
Ahora el problema creado es de una magnitud descomunal, no solo por las implicaciones dentro del país, por tratarse de una reconocida periodista, sino también por el alcance internacional, derivado de la doble nacionalidad de la implicada.
Existen situaciones en donde es imposible evitar toda esa clase de riesgos extremos, en donde hasta la vida puede llegar a estar comprometida.
Es una lección que tiene que aprenderse, en donde estoy seguro, que ningún director de un medio de información puede estar en capacidad de autorizar una empresa como esta, sin poner en riesgo inminente la vida de las personas.