Con ocasión de cumplirse el pasado viernes un mes del fallecimiento del académico José Neira Rey, la Academia de Historia y la Fundación Cultural El Cinco a las Cinco aunamos esfuerzos y voluntades para conmemorar esta fecha luctuosa el pasado sábado con una eucaristía en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, del barrio La Riviera. Pienso que, a Don José, como se le conocía, aunque tuvo participación activa en la vida política y empresarial del país, no se le aprovechó en nuestro medio en toda su magnitud sus capacidades de organización y liderazgo, y, además, como dice el doctor Patrocinio Ararat Díaz, desde otro punto de vista, “José no mereció morir de esa manera”.
Después de varias intervenciones mías en este mes transcurrido quise en la eucaristía recordar dos aspectos de su vida, extraídos de su libro “Desde…el final de la tierra. Visión, imágenes y perspectivas de un país interesante y distinto: FINLANDIA”, que contiene una cantidad inimaginable de datos minuciosos del país que lo recibió como Encargado de los Asuntos Consulares y Encargado de los Negocios de Colombia en Finlandia, y de lo que atañe a ambos países. Tenía don José formación jurídica, económica, artística y vocación de viajero incansable por el orbe para tomar sus notas precisas y publicar su libro, que me obsequió en 1996, y hoy adquiere gran importancia, pues a don José se le tiene como el primer latinoamericano en condensar sus impresiones de diplomático con tamaño lujo de detalles. No se equivocaron la canciller Nohemí Sanín Posada y el presidente César Gaviria Trujillo al encargarle ese destino.
El primer aspecto es el de su rol de diplomático. ¿Era don José un diplomático, siendo que la única formación que tenía de tal fue la inducción oficial recibida previamente? Esta pregunta la responde el diplomático español Eloy Ybáñez Bueno, entonces embajador de España en Finlandia y prologuista de la obra en comento, cuando afirma: “José Neira Rey dice muy frecuentemente que él no es diplomático, pero yo puedo testimoniar, (…), que él y su esposa, han captado, perfectamente, la esencia de nuestra misión y, lo que es más importante, han actuado con gran éxito en su realización”. Es la educación, es la calidad de la persona.
En segundo lugar., destaco su faceta de poeta. Un capítulo del libro dedicado a “Las estaciones”, que inevitablemente nos trae a la mente el frío intenso y la nieve invernal, le sirve al vate para afinar su estro, que él descubre cuando otea el panorama desde la ventana de su residencia. Fue la ocasión perfecta para la inspiración y escribió el poema “El imperio del blanco”, del que sólo puedo citar una parte por razones de espacio: “Se cubrieron de blanco, / las esquinas / y los techos de las casas. / De los árboles, / una a una, / se soltaron sus camisas / y faldones. / Y, en la calle, / sin que nadie lo pregone, se ausentó el calor / y enmudeció la gente. / Todo es blanco, / porque la nieve, / es la que domina el conjunto. / Todo es blanco, / con tonalidades distintas, / pero blancas. / Quienes venimos del sol, / de la luminosidad del trópico, / de las tórridas frecuencias, / nos sentimos aturdidos, / sorprendidos, / expectantes.”.