“Si podemos enviar un hombre al espacio, ¿por qué no podemos acabar con la pobreza?” Richard Branson, Concierto Venezuela Aid Live, 22 de febrero de 2019.
Observando tanta movilización de recursos económicos, físicos y humanos a la zona de frontera, es inevitable dejar de reflexionar sobre por qué estamos como estamos. Existirían múltiples respuestas, todas aceptables, para dar con el verdadero problema del por qué no avanzamos como sociedad y la brecha de desigualdad social se sigue ampliando. Permítaseme entonces plantear tan solo una de las tantas razones que podríamos enunciar, la corrupción.
Equivocadamente se piensa que los únicos corruptos son los funcionarios públicos, pero la verdad es que tenemos una sociedad corroída por este mal, pues la pérdida de valores al interior de los hogares ha sido el caldo de cultivo para alimentar el cáncer de la corrupción en nuestro país. La respuesta tajante a la pregunta de Richard Branson, es sencilla, muchos no quieren que la pobreza se acabe, porque viven de ella.
A los políticos tradicionales no les interesa acabar con la pobreza, porque su mayor electorado está allí y saben aprovecharse de la necesidad ajena para sacar rédito en el momento de consolidar sus aspiraciones políticas. Personas en la pobreza, significan persona sometidas al yugo opresor de la necesidad. Los políticos tradicionales fungen como grandes benefactores, llegando en el momento adecuado para mostrarse preocupados por la situación que atraviesan las personas en condición de marginalidad, cuando realmente son culpables de su postración al dilapidar los recursos del Estado destinados a resolver estos problemas.
En el sector privado existe igual o peor corrupción que en el público. Para citar solo un ejemplo, aquellos que se aprovecha del mal ajeno y pagan a menos precio a sus trabajadores, amenazándolos con dejarlos sin la fuente de ingreso de su familia que es su trabajo. Y parte del desplazamiento de la mano de obra en nuestra ciudad, se ha dado porque la oferta laborar, producto de la migración venezolana, ha hecho que algunos revisen sus nóminas y contraten mano de obra más económica, y hasta por debajo del margen legal. Eso también es corrupción.
Se ha perdido el valor de la justicia, no la que se administra por el hombre y que sabemos se imparte de manera subjetiva, según los intereses individuales, sino aquella que nos recuerda que las personas merecen ser tratadas con dignidad, reconociendo su esfuerzo laboral con la retribución correcta. Algunos solo ven dinero y oportunidades, dejando de lado la misericordia y la justicia.
Eliminar la pobreza debe ser un cometido de todos, no solo una política pública mal ejecutada por el Estado. Debemos trabajar juntos para reducir la brecha de desigualdad social, no con subsidios; no con dádivas, los cuales agudizan el problema. Sino logrando generar condiciones de desarrollo que garanticen la sostenibilidad de un modelo económico de región, generador de oportunidades e ingresos para los nuestros. Estoy convencido que juntos podemos transformar nuestra realidad.