Los juicios de valor moral frente a la realidad política de cualquier sociedad democrática son necesarios en principio; buscan ser el deber ser o aquellos juicios prescriptivos para moldear y corregir las dificultades, errores, obstáculos que impiden el logro de una política buena y moral.
Ser “outsider” moral de la política es parecido a ubicarse en el papel entelequio de un ser superior, un “Dios”, entidad por naturaleza perfecta, incorruptible, moralmente correcta, infalible, infinita, eterna, etc.
Pero la verdadera política en cambio es la verdadera naturaleza humana.
Así lo planteaba el “viejo” Aristóteles cuando afirmaba que la política hace parte de lo humano, que el ser humano es la política y viceversa: “Zoon Politikón”.
Es decir, lo juicios de valor moral de los “outsiders” entretienen a los amantes de la información y la controversia, pero por infortunio olvidan las innegables dificultades de hacer la política real y sólo se quedan en juicios de valor subjetivos que mancillan la reputación de los políticos y producen una aversión hacia lo público de aquellos ciudadanos que quisieran meterse en lo político y tratar de cambiar en algo esta actividad.
Pregunto ¿será que los moralistas “outsiders” perderán de vista lo que enseñan algunas metáforas de filósofos verdaderos como la de que la construcción del Derecho en toda sociedad –y con este la política- es como una novela encadenada donde se escriben los nuevos capítulos de acuerdo a lo que los anteriores capítulos han dicho para que así tenga un sentido lógico la novela final?
Cada nuevo intérprete (o político) está ligado (o atado en principio) a lo que los anteriores intérpretes (o políticos) han construido y decidido.
¿O la otra metáfora que establece que las sociedades políticas son como una catedral en construcción, donde existen unas bases o zapatas que sostienen los pisos de la catedral, y lo ideal es que los políticos remuevan las zapatas que quedaron mal construidas, fortalezcan las que quedaron bien construidas y así seguir construyendo el edificio con mejores basamentos y mejor estructura?.
Que ideal sería ver a los “outsiders” moralistas fungiendo algún día de políticos para ver exactamente lo que vería el hijo cuando llega a ser padre: dificultad, amor, sueños, logros, familia, humanidad y frustración.
Así las cosas, me parece apresurado hacer juicios de valor moral al nuevo Concejo de Cúcuta cuando sólo lleva unos días de instalado.
El ideal de ser “Admirable” de un Concejo es un reto difícil de lograr pero no difícil de intentar. Nadie ha dicho que ser “Admirables” sería una empresa sencilla.
O que tendría contentos a todos los sectores de la opinión publica cucuteña. Lo importante siempre es obrar de buena fe, con determinación, firmeza, convicción, autonomía y responsabilidad en los actos.
Es que precisamente eso ha intentado hacer el nuevo Concejo en las adversidades que está recibiendo, sobre todo en lo que respecta a la elección de Contralor y Personero municipal. Cualquiera sea el camino o decisión jurídica que adopte el nuevo Concejo, cualquiera será la crítica valorativa moral o jurídica que vendrá. Lo esencial a la postre es la decisión ponderada y constitucional.
El nuevo Concejo tiene un sueño y es servir a su ciudad y tratar de mejorar las condiciones de vida de los cucuteños. Por ahora el nuevo Concejo no es lamentable es deliberativo y marcará sus decisiones con determinación y firmeza constitucional. Al final del camino se dirá si fue o no lamentable.