Con el incremento de actos de vandalismo liderados por una guerrilla apoderándose de las ciudades, con el accionar violento por parte de algunos integrantes de las fuerzas del orden, que dan como resultado la muerte de inocentes, con la polarización del país donde unos ciudadanos , generalmente del común que no obtienen su sustento del arca oficial, se obnubilan y se dejan manipular por la pasión a su adhesión a algún personaje o grupo que fríamente establecen su estrategia de ese manejo de emociones sin la oportunidad del raciocinio, sin esa capacidad de consenso y de respetar ideas contrarias nuestro país nuevamente llega a esta situación de incertidumbre, inseguridad que tuvimos en el punto álgido de los años 80-90 donde los atentados eran diariamente noticia.
No por algo estos 10 años quedaron marcados como la década del miedo. Miedo a la expresión libre, a manifestarse públicamente ante cualquier anomalía observada , a los grandes actos de corrupción ,a los asesinatos selectivos de aquellos que se habían atrevido a pensar diferente, a aquellos que desearon la transformación del país como un Rodrigo Lara Bonilla ministro de justicia asesinado en 1984,por perseguir al narcotraficante Pablo Escobar, a un líder innato como Luis Carlos Galán asesinado en el año 1989 en Soacha, Cundinamarca, al periodista Guillermo Cano Isaza del periódico El espectador quien con su pluma dejaba constancia de las atrocidades en Colombia. Fue asesinado en 1986.
Fueron muchos los que bajo el poder de las armas su silencio se hizo eterno.
¿Estará nuevamente nuestro país ante este panorama? El crecimiento del narcotráfico lo dice. Infortunadamente ocupamos el primer lugar en la producción de cocaína “El cultivo de coca alcanzó las 212.000 hectáreas el año pasado, un incremento de casi 2% respecto a las 208.000 hectáreas del año previo, según las cifras. La producción potencial de cocaína pura, en tanto, aumentó a 951 toneladas, un alza del 8%.” (1).
Triste manera de ser conocidos mundialmente. Tristemente serlo también como uno de los países más corruptos, donde los contratistas en forma flagrante violan todas las normas de control para beneficio propio sin importarles la vida y salud de los demás.
La cereza del postre de toda esta podredumbre ha sido recientemente el contrato del programa de alimentación escolar, PAE, al ofrecer a los niños más humildes de Colombia carne de burro y caballo. Contratistas inhumanos, insensibles ante una población tan vulnerable como son nuestros pequeños de estratos bajos, que ante la imposibilidad de acceder a mejor calidad tanto alimentaria como educativa tienen que recibir una educación pública donde las carencias de infraestructura son la regla general.
Ahora, también tienen que someterse a esta barbarie. Consumir una carne inapropiada, no apta para los humanos, por lo menos en nuestra Colombia. Sin ningún sentimiento de culpa, los contratistas que casi siempre se llevan la mejor tajada económica por cuanto utilizan los elementos de menor calidad para el cumplimiento de dichos contratos evadieron varios controles, por supuesto con alguna complicidad.
Jugar con la vida de los niños es el acto más mezquino a que puede llegarse en ese afán desmedido de obtener las mayores riquezas.
Esperamos los colombianos que la investigación de este caso sea ágil y oportuna y no encuentre ese poder invisible que también calla las voces de los entes de control.
Dato tomado de : https://www.infobae.com/america/colombia/2020/03/06/la-produccion-de-coca-en-colombia-permanece-en-su-maximo-historico/