En los pocos días que han transcurrido de este 2021 una de las noticias que ha generado más sorpresa es la del columnista Alberto Donadío, quien hace una acusación grave en contra de lo que fue el genocidio de la UP haciendo un señalamiento en contra del expresidente Virgilio Barco como uno de sus instigadores. Uno de los capítulos más oscuros y tenebrosos de la reciente historia de Colombia fue lo que se denominó “El genocidio de la Unión Patriótica”, que fue un el asesinato selectivo de más de 5 mil miembros de ese partido político que le había apostado a la paz en los años 80, y uno a uno fueron asesinados.
Uno de ellos fue un amigo nuestro de la universidad, Aníbal Díaz, quien en febrero de 1988 había empezado una campaña para la gobernación y se había desplazado a Convención, acompañado de su esposa, para impulsar su campaña a la gobernación. Días antes había recibido una llamada telefónica en su oficina de Cúcuta en la que le advertían: “Tiene 3 días para que no moleste más”. Lo asesinaron junto con su esposa. Hasta donde recuerdo quedaron 3 pequeños hijos.
Lo que más llama la atención del escrito de Alberto Donadío es que se trata de dos protagonistas con credibilidad: el expresidente Barco quien es recordado por su perfil profesional técnico, ejecutor, quien sabía tomar distancia de la política, y por ello a 23 años de su muerte genera sorpresa esta acusación. De otro lado, Alberto Donadío es un periodista investigador que tiene todo el reconocimiento y trayectoria en su actividad, galardonado con el premio Simón Bolívar y por ello su escrito generó impacto. Virgilio Barco gobernó el país entre 1986 a 1990, e igual genera sorpresa que un señalamiento de esta connotación y gravedad haya pasado tanto tiempo sin mención alguna. De otro lado, se trata de dos cucuteños ilustres en un debate que por su connotación y alcances, es importante por el registro histórico que implica.
Las primeras reacciones que surgen a raíz de la columna, en defensa del expresidente Barco, es que Donadío apenas cuenta con un anónimo, carente de la firmeza y fuerza necesaria para hacer esa acusación. De ser cierta la acusación, seguramente deben existir algunas evidencias documentales de la época como quiera que Donadío asegura que al mercenario israelí se le pagó a través de un contrato con Ecopetrol. Por la gravedad de la acusación del periodista, seguramente se abre un capítulo de la historia reciente de Colombia en el que investigadores, testimonios que aún puedan recaudarse e incluso el Centro de Memoria Histórica harán lo correspondiente para aclarar este señalamiento.
Una de las obligaciones de todo hombre, de un país, de una sociedad es la conocer su verdadera historia, acompañada de todos los episodios que la han construido así sean dolorosos, porque a partir de esa realidad y ese conocimiento es que se puede construir un mejor país. Por ello la columna de Alberto Donadío debe entrar en un terreno de investigación seria y responsable, y más en circunstancias en las que uno de sus protagonistas murió hace más de 20 años, pero con todo ello, nunca un país puede renunciar a conocer su pasado.
PD. El viernes pasado en horas de la tarde salió oficialmente en la página de la administración judicial que la tutela que presenté para lograr que el Cúcuta Deportivo no pierda su categoría en la A, no prosperó. No he sido notificado y por ello no conozco el contenido de la decisión, pero sigo con el convencimiento de que es el camino e impugnaré ante la Corte Suprema para lograr el propósito. El riesgo de que la ficha pueda ser subastada por la Dimayor como lo dijo su presidente es latente y como tal, a no ser que se logre otra ficha que no es fácil, Cúcuta podría tener el riesgo de no tener fútbol por varios años.