Confieso que desde hace un buen tiempo tenía noticias del documental de Netflix titulado “A la conquista del Congreso”, pero no le había prestado atención. Hasta el pasado fin de semana que topé nuevamente su nombre y me dispuse a verlo. Lamenté, de veras, haber sido indiferente.
Seguramente mucho se habrá escrito sobre este documental o película documental, pero lo cierto es que quienes siguen -o seguimos- la política estadounidense, en concreto, por los medios de comunicación de allá y de acá, generalmente no nos percatamos de las intimidades de dichas reyertas electorales y de las formaciones políticas que disputan el favor popular. En el caso de marras sería el poderoso congresista que aspira a la tercera o cuarta reelección en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y la novel y escuálida aspirante Alexandria Ocasio-Cortez que pretende destronarlo y ocupar su lugar, y para ello no aceptó las donaciones de las que gozaba su contrincante -farmacéuticas e inmobiliarias, etc.-, sino que se dedicó a visitar puerta a puerta a los vecinos del Bronx, donde nació, aunque reconoce ser de ascendencia latina, boricua, de esclavos africanos e indios taínos.
Fueron cuatro candidatas sin ninguna experiencia política, “reclutadas” por organizaciones americanas que intervienen en las contiendas políticas o en la adopción de leyes, y según lo visto, porque no tengo mayor información, su objetivo no es estorbar sino tratar de mejorar, sin tener en cuenta si es demócrata o republicano, de derecha o izquierda, sino de arriba a abajo. Las cuatro candidatas pertenecían al partido demócrata, pero sólo Alexandria Ocasio-Cortez, que con esfuerzo estudió economía y relaciones internacionales, y en la crisis económica de 2008 se empleó de camarera, pudo derrotar al muy influyente congresista Joe Crowley, del partido demócrata, quien en la campaña menospreció a la morenita boricua y terminó boquiabierto con el éxito arrollador de su contendiente: 82 por ciento en el guarismo electoral de las primarias.
En la 01:27:42 de duración de este documental sociocultural el espectador hace precisamente eso, estar expectante de las angustias de las candidatas, su diseño de estrategias, el apoyo de la familia y especialmente del cónyuge, quien sabe que todo cambiará en el hogar, que su rol será diferente haya o no haya descendencia. Al final, Alexandria no quiere acercarse a la sede política por temor a los resultados, es decir, al temor de saber que había perdido, pero su regocijo fue inconmensurable al conocer el tamaño de su victoria, que las cámaras de televisión transmitiendo para todo el país la esperaban y terminaba la era del poderoso congresista Joseph “Joe” Crowley. Su mejor argumento para convencer a los electores del Bronx: ¿Qué ha hecho el congresista Crowley por el Bronx en estos veinte años, si ni siquiera vive aquí sino en Virginia? Nada. Esto prueba que, en política, aunque la reyerta sea inequitativa, siempre hay espacio para milagros o desenlaces inesperados. Eso lo logró en 2018 “la insurgente” Alexandria Ocasio-Cortez, como la llaman.