En estos días que vemos tan asombrosos avances de la ciencia descubriendo la inmensidad y belleza del espacio, sus galaxias, estrellas, planetas y demás, nos damos cuenta lo pequeños que somos en medio del infinito y no queda otra cosa que reflexionar sobre un tema que ya debe ser motivo de investigación y estudio como lo es la IA o (inteligencia artificial); pero, ¿qué es la IA?
Se determina como una técnica mediante la cual, las computadoras realizan todo tipo de tareas; trabajos que de por sí mismos se podrían llamar cognitivos y que anteriormente, solo podían ser desarrollados por humanos. Por ejemplo, trabajar con datos para tomar decisiones o definir una u otra preferencia.
Dentro de la IA se pueden definir varios enfoques; uno, es que se centra en el almacenamiento de datos, análisis e interpretación de algoritmos. En segundo lugar, es lo que estos datos nos permiten conocer, como los entendemos; para ello se requiere un contexto y categorías para la ubicación exacta de los mismos.
Se puede afirmar que se ha creado un mundo nuevo de actividades inteligentes que resulta de la interacción entre humanos y máquinas, análisis que jamás sospechamos que pudiera llegar a pasar, por ello se cree que se ha desdibujado la línea entre seres humanos y la tecnología.
La discusión más fuerte en este asunto es cómo algo que es artificial llega a adquirir inteligencia o ser inteligente. ¿En qué momento esa cualidad única de nuestra especie cobra vida en una máquina?
El asombro comienza cuando estas denominadas máquinas comienzan a hacer cosas que los humanos hacíamos, incluso con mayor perfección, de manera más consciente, además con opiniones y reflexiones sobre las acciones. Dicha capacidad la hemos venido perdiendo por la celeridad de los asuntos que atendemos a diario, quizás por haber dejado atrás la efectividad de nuestra capacidad de quietud o asombro.
Siendo así, comienzan a surgirnos preguntas como ¿hasta qué punto somos realmente únicos los humanos? La IA está cambiando al mundo y por ello, desde el inicio, debemos acompañarla dado que avanza a velocidades que no podremos detener. Habrán empleos que se perderán por la IA, porque serán innecesarios que los hagan los humanos, pero también se crearán nuevas áreas del conocimiento o estudio y por lo tanto, nuevos y distintos campos laborales.
Nuestros planes curriculares están quedando obsoletos; el campo de la educación será el más impactado con esta nueva realidad. Nos llevará a plantearnos constantemente reflexiones sobre lo que somos y en qué nos estamos convirtiendo; los valores humanos deben volver a ser el centro de todo proceso en la IA, este es nuestro toque especial.
Debemos actuar y motivarnos desde la moral y la ética como referencia; ya no se podrá afirmar que un modo totalitario es una verdad moral igual para todos, al contrario debemos vivir juntos en la pluralidad.
Hoy nos seguimos preguntando sobre la vulnerabilidad humana ante el desarrollo de estas tecnologías y sus llegadas a países como el nuestro, del tercer mundo, donde existen marcadas desigualdades y donde es deber de todos, adaptar dichas tecnologías a nosotros y no a la inversa, que nosotros nos adaptemos a ellas.
La IA interpreta al mundo, le da sentido a la existencia, pero es inmenso el número de personas que no tienen acceso a ella. Hay poblaciones minoritarias que ni red de internet disfrutan, por ello el reto está en incluir esas minorías, ya que la tecnología nos ofrece un espejo de lo que está sucediendo en la sociedad. Desde este ámbito se deben promover las culturas locales y respetar su diversidad.
En Japón, por ejemplo, está el término: “wabi-sabi” que significa respeto por el silencio de la naturaleza, encontrarnos a sí mismos e intentar entender hasta dónde llega nuestra responsabilidad en cada uno de nosotros. No debemos dejar a la suerte estas innovaciones; la IA es un asunto de todos, está aquí junto a nosotros, con nosotros.
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