Uno de los episodios más escalofriantes que hemos vivido la mayoría de concejales en este período institucional se dio el jueves de la semana pasada. Se crecía como bola de nieve una información con tintes apocalípticos sobre la supuesta aprobación, concesión y cobro de un tributo novedoso en el municipio de San José de Cúcuta como es la tasa de seguridad.
Las redes sociales sacrificaban como reses la dignidad y honra de los concejales. Este supravalor moral como es la dignidad humana parecía congelarse por la difusión trituradora de unos medios y personas inescrupulosas que dejaron a los concejales (a su mayoría) como ineptos, corruptos, vendidos. Cuántos años se demora un ser humano en construir una reputación (así sea solo para no ser criticado) y en menos de una hora todo se convierte en destrucción.
De esta experiencia surgen enseñanzas y sobre todo reflexiones frente al trabajo público en una sociedad que sueña con consolidar su democracia e incentivar buenos liderazgos. Si se analiza la situación los mitos que surgieron por doquier generaban la sensación de que con la incorporación de la susodicha tasa de seguridad al estatuto tributario del municipio se estaría hipotecando al parecer el futuro económico del pueblo cucuteño.
De nada sirvieron las explicaciones que muchos concejales y funcionarios salieron a dar frente a la controvertida tasa de seguridad. Tampoco fue suficiente remembrar que el estudio de las modificaciones al estatuto tributario que presentó el Alcalde ocuparon la atención del Concejo por más de mes y medio, donde participaron gremios económicos y sociales, donde se tuvo la oportunidad de generar consensos importantes para sostener la premisa fundamental de dicho estudio: mantener o disminuir las tarifas de los tributos para no afectar la economía de los cucuteños.
Las redes sociales son un espacio extraordinario de descentralización de la información. Allí se pueden generar diálogos con la comunidad. Sin embargo, las afirmaciones sin fundamento que leí y recibí –recuerdo expresiones como “este judío…”- hicieron poner mi reflexión en los mitos que se construyeron con esta experiencia. Es preferible que la gente opine, descargue con libertad esas opiniones y energías sin límites a promover censuras contrarias a la esencia democrática.
Algunos de los mitos son los siguientes: primero que la aprobación de las modificaciones al estatuto tributario se hizo en la madrugada, a espaldas del pueblo. ¡Falso! como lo pueden evidenciar las actas de esta sesión, algunos ciudadanos presentes en el debate y algunos medios de comunicación, la sesión plenaria de ese miércoles inició a las 4pm y se prolongó hasta las 11:15pm. Debe resaltarse que ninguna sesión del Concejo puede superar la medianoche del respectivo día ya que de lo contrario sería inválida.
Segundo mito: que se había aprobado el cobro de la tasa de seguridad como nuevo tributo en el municipio y que este se haría por 20 años vía concesión. ¡Falso! Se actualizaron las normas del estatuto tributario -más de 366 artículos, incorporándose la tasa de seguridad la cual surge por regulación potestativa de la Ley 1421 de 2010, competencia de los entes territoriales. En este caso solo se incorporó en el estatuto tributario y se colocaron unos rangos máximos de cobro dependiendo de la condición socio-económica del contribuyente.
Lo anterior, con el condicionamiento de que si el actual alcalde o uno futuro quisiese cobrar la mencionada tasa de seguridad, deberá presentar ante el Concejo un proyecto de acuerdo con el respectivo estudio de necesidad y plan de inversiones para que esta corporación lo autorice o no y establezca el término para ello. Esto significa que no se autorizó al alcalde para cobrar esta tasa y por el contrario, se dejó condicionada la posibilidad.