El pasado sábado 19 de agosto la colonia convencionista fue sorprendida por la infausta noticia publicada en primera página de La Opinión sobre el fallecimiento del profesor Laurentino Toloza Antelíz, a los 81 años de edad y natural de Pamplona, quien en la década de los años sesenta, del siglo XX, estuvo en Convención regentando la antigua Escuela Anexa a la Normal, hoy Institución Educativa “José María Estévez”.
Allá, en la Escuela Anexa a la Normal, durante mis primeros años de primaria tuve como rector al profesor Laurentino Toloza Antelíz, a quien recuerdo con aprecio. Al terminar tercer año de primaria dejé Convención porque mi familia se trasladó a vivir a Barraquilla donde continué estudios en el Colegio del Caribe, ubicado en el entonces privilegiado barrio El Recreo, y nunca más volví a saber del profesor Toloza, hasta que alguna vez, hace cerca de quince años, departiendo con mi hermano Álvaro en el cruce de las avenidas Los Faroles con Guaimaral, reconocí su figura, después de más de tres décadas, pero necesitaba confirmar. Esa confirmación llegó cuando a su lado se sentó el profesor Pedro Julio “Pepe” Pezzotti Lemus, mi paisano, pues yo sabía que era yerno del profesor Toloza.
Desde luego que unimos mesas y nos presentamos, la tertulia se formó y cada cual con sus remembranzas aportaba a la plática, donde salieron a relucir sus compañeros de trabajo en la Escuela Anexa, nuestros profesores, entre otros, José de Dios Quintero Trujillo, Carlos Samuel Quintero Bayona, Otoniel Solano Portillo, Jorge Enrique González y Elio Guerrero, e hicimos un repaso sobre qué había sucedido con cada uno de ellos. Era sorprendente que no obstante el alejamiento el profesor Toloza estaba al día sobre la trayectoria vital de sus excompañeros de trabajo.
El pasado domingo, a las 10:00 a.m., junto con los profesores Julio Aníbal Perea P. y Sandro Uribe, me acerqué a la iglesia Domingo Savio para darle el último adiós al profesor Toloza, y desde la puerta de la nave principal, mientras el sacerdote celebraba la eucaristía, yo retrocedía en el tiempo, exactamente 50 años atrás, cuando llegué a estudiar a la Escuela Anexa, y recordaba sus disertaciones sobre la necesidad de estudiar, mantener limpia las instalaciones del colegio, ser puntual en la asistencia y cumplido con las tareas, y su estilo rectoral me hacía acordar el eslogan del presidente Virgilio Barco Vargas: Mano tendida y pulso firme.
A su esposa Aracelly Martínez, a sus hijos Claudia Elizabeth -rectora de la UFPS y quien pronunció sentidas palabras ante el féretro de su padre-, Fabiola, Marta, Jorge y a su yerno Pedro Julio “Pepe” Pezzotti Lemus mis sentidas condolencias.
Bien decía el profesor mexicano Fidencio Escamilla: “¿Cómo agradecerte amigo maestro/ todos estos años tus miles de esfuerzos, tu vasta ternura, tus días de desvelo, /tu noble paciencia, tus sabios consejos?
