La publicación de periódicos, semanarios y revistas en Ocaña ha sido una constante, y no de uno en uno sino al tiempo. Ni la capital del departamento ha tenido esa profusión editorial. Porque bullen allí sin cesar las ideas y manifestaciones artísticas, políticas, cívicas y religiosas. Baste para recordar en tiempos no lejanos y en los modernos rotativos como “El Progreso”, dirigido por el inolvidable amigo Juan Romano Marún, “Vivac” y “Correo Azul”, semanarios conservadores, dirigido el último por el gran señor Euclides Jaimes González; “Problemática Liberal”, a cargo de los hermanos Federico y Luis Felipe Canosa Torrado, mis apreciados primos; “Ocaña 7 Días”; “La Provincia de Ocaña”, semanario llamado después simplemente “La Provincia “; “El Motilón”; y “El Informador del Norte”, conducidos por gallardos amigos como José Luis Rincón y Carlos Jorge Vega.
Monseñor José Francisco Rodríguez – de quien tuve la dicha de recibir la primera comunión- sostuvo durante algún tiempo la revista “Torcoroma”, y siendo párroco de Ábrego dio a la luz el semanario “Voces de Ábrego”.
Por su parte, la Academia de Historia de Ocaña tiene como órgano de divulgación la revista “Hacaritama”, bajo la rectoría del sabio y denso escritor don Luis Eduardo Páez García – Lalo Páez -, presidente de la Academia de Historia de Ocaña.
Todo este exordio para decir que el reciente diez de octubre la revista virtual “Horizontes Culturales” cumplió 35 años de fundación, siempre bajo la batuta del incansable Lalo, al que yo llamo el Quijote de la cultura en Ocaña.
He aquí algunos trazos sobre el nacimiento de tan importante vehículo formativo de Ocaña para el mismo Ocaña, para el departamento, para Colombia y para el mundo.
Todo se remonta al año 1969 cuando unos estudiantes un tanto contestatarios del colegio José Eusebio Caro, entre ellos Lalo Páez y Álvaro O´Meara Quintero, fueron a la imprenta de don Adolfo Paba a que les imprimiera un periódico que llamaron “Combate”. La vida de “Combate” fue efímera. Lalo no podía resignarse a interrumpir su ímpetu de escritor y buscó entonces un espacio en “Problemática liberal”, editado en Bogotá y distribuido en Ocaña. Lalo es hijo de líder conservador y nieto de un patriarca del mismo partido, pero cumplía el ciclo que bien definió Churchill: “Quien no es de izquierda de joven no tiene corazón. Quien no es de derecha de adulto no tiene cerebro”.
Conocí a Lalo en Bogotá, cuando él empezaba en la Universidad Nacional. La colonia era activa y unida y así formamos la “Asociación de estudiantes universitarios de la provincia de Ocaña”. De regreso a Ocaña encontró las puertas abiertas en “El Progreso”, semanario conservador orientado por Juan Romano Marún. Siguió fogueándose en “El boletín informativo” dirigido por don Juan Manuel Duque Carvajalino, otro conservador de racamandaca. Eran los años 80 del siglo XX. Allí se codeó con intelectuales de la talla de Lucio Pabón Núñez, Fernando Galviz Salazar, Raúl Pacheco Ceballos, Ciro Alfonso Lobo Serna y Jorge Meléndez Sánchez, entre otros.
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