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Los ‘huevitos’ de Uribe
Después de los dos mandatos de Uribe el país siguió sumido en las violencias de los grupos armados de distintas etiquetas.
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Sábado, 3 de Marzo de 2018

El expresidente Álvaro Uribe Vélez todavía se jacta de lo que considera su legado, como resultado de dos períodos de Gobierno (2002-2006 y 2006-2010). Son sus ´huevitos´ bautizados con los nombres de seguridad democrática, confianza Inversionista y cohesión social. 

Sin embargo, ninguno de tan cacareados logros fueron realidad en la vida de los colombianos. 

Después de los dos mandatos de Uribe el país siguió sumido en las violencias de los grupos armados de distintas etiquetas. 

La subversión guerrillera, el paramilitarismo y sus bandas criminales, las mafias de diferentes vertientes, la delincuencia común, además de los desviados miembros de la fuerza pública del Estado, mantuvieron sus acciones en un alto nivel de perturbación. 

Tampoco se redujo la pobreza y en cambio la desigualdad  entre las clases sociales se agudizó. No fue mejor la educación, ni la salud. 

Otros atrasos se acumularon en la nación y la polarización generó más distanciamientos. 

La economía no mostró fortalezas que le permitieran ofrecer beneficios de mayor satisfacción a la población. Por el contrario, se desmejoraron derechos de los trabajadores y fue precaria la generación de empleo.

Uribe no tuvo la ecuanimidad propia de un buen Jefe de Estado. 

Los casos de la yidispolítica, los falsos positivos, las ilegales ´chuzadas´, las operaciones desatinadas de  Agro Ingreso Seguro y otros actos lesivos al interés nacional arrojan  un saldo negativo de su gestión presidencial. Y esto tiene confirmación en la judicialización de muchos de sus colaboradores por enredos en el manejo de los asuntos públicos.

A la inconsistencia de los ´huevitos´ de Uribe se agrega su talante áspero. Es una persona intolerante, de revanchismo implacable. Está cargado de odios y quien no se plegue a lo que hace y piensa puede caer en desgracia. Y cree que la polarización le deja réditos en favor de su empeño de aferrarse al poder. Todo lleva a la conclusión de que Uribe no le aporta fortalezas a la democracia. Su tendencia autoritaria lo pone más en la onda de la fuerza y lo aparta de la convivencia. Su obsesión contra las negociaciones de paz entre el presidente Santos y las Farc es la reacción de un ególatra que intentó encontrar una salida al  conflicto, pero como no pudo, prefiere que se prolongue la confrontación. Es una posición irracional, pero que Uribe la estima como otro de sus frágiles huevitos.

Puntada

La reiterada y sucia propaganda empeñada en engañar a los colombianos haciéndoles creer que el país está en riesgo de caer en el ´castrochavismo´ o en algo semejante al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al amparo del acuerdo de paz con las Farc, no resiste la menor prueba. Es una versión falaz. 

En cambio, lo más parecido a lo que ocurre en el vecino país es lo que propician los ahora alineados como movimiento de derecha. Recortan las libertades, incitan a la violencia y apadrinan las políticas de desigualdad y exclusión. Bien dijo Petro que la inteligencia de Pastrana y de Uribe era semejante a la del Presidente venezolano.

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